lunes, 28 de julio de 2008

OTRA PERSPECTIVA

Lo siguiente me facilita un montón el trabajo, ya que sólo tengo que copiar y pegar; pero me parece tan bien expuesto, que no me molesta ser tildado de poco creativo.
Los dejo entonces para que relean un mail enviado por "mi tío" como contestación a algo hube de enviarle a su correo electrónico... si este tipo no la tiene clara, entonces estamos todos perdidos, jaja.
Saludos.
PD: He suprimido los nombres que en el mail se daban, a fines de proteger cierto anonimato.
PD2: El texto de Tolstoi, para los interesados, se encuentra en la sección de los comentarios.
PD3: Al final cuando dice "me parece excelente la idea..." está siendo sarcástico.

Cualquier macho que se respete, que haya convivido con una mujer y vea el pps que adjunto, seguramente se sentirá identificado con gran parte del mismo. Si leiste la parte que te marqué en "Los idus de marzo", a pesar de la pésima traducción y de que se trata de un texto de más de 1500 años, no puede dejar de asombrarte la clarísima descripción de la esposa promedio.

Personalmente tengo unas cuantas explicaciones muy inteligentes y racionales de porqué las relaciones hombre - mujer son como son. Pero pienso que tus desventuras con el bello sexo, como las mías, obedecen a que ambos somos esencialmente dos mediocres. Dos mediocres más entre los millones de machos mediocres que se hacen un guiño cómplice al comprobar que los hermanan maltratos similares por parte de nuestras etéreas compañeras de ruta.

Con esto no estoy minimizando tus padeceres, claro que sufrís. Esto forma parte del aprendizaje de algunas cuestiones vitales y seguramente ya sabés que los aprendizajes rara vez son gozosos.

El ser mediocre en este campo te asegura algo: tus desdichas con el sexo opuesto no son tu responsabilidad ni te fue transmitida por un gen maligno de algun pariente. Al igual que los cataclismos, terremotos, tsunamis o la simple y bondadosa garúa que besa nuestros rostros, a veces nos golpean ramalazos de maldad femenina. Jóvenes o viejos, blancos o negros, judíos o gentiles, justos y pecadores, todos somos azotados por esta verdadera calamidad, de igual forma y sin piedad.

Lo que muy probablemente hayas heredado por alguna bifurcación genética de tu preclaro tío, sea la respuesta que le das a esta insufrible pestilencia. Ahí si te creo que quizás estemos dando parecidas soluciones a un problema que es comun a la mayoría de los hombres. Es lo que nos fue transmitido en nuestras respectivas estructuras familiares y sociales.
Te aseguro que he meditado largamente sobre esto, he observado cómo les iba a los que ensayaban respuestas más creativas, o más violentas o muy distintas a las mías y te aseguro que no les ha ido mucho mejor que a mí.

Estoy trabado para seguir reflexionando, ya que debiera contarte un par de cosas que no deben dejarse por escrito. Sólo te diré que, en habiendo envejecido, he comprobado que valió la pena haberme liado y refocilado con las muchachas (pese al sarcástico comentario de tu abuela xxxx al contarle sobre mi relación con Mª Rosa: "...ah, ... o sea que no escarmentás...") y que siento una profunda admiración por aquellas mujeres que hacen honor al apotegma lacaniano de que "cualquier hembra puede ser madre, pero muy pocas pueden llegar a ser Mujeres". Ante ellas me descubro respetuosamente. Así como nadie cree en brujas pero las hay, también hay Mujeres.

Así como Sócrates tuvo que padecer a Xantipa, te adjunto lo que debió padecer Tolstoi de Sofía, para que no seas maricón y te banques calladito la boca los desaires de la santiagueña. La verdad, te felicito por lo bien que escribís, perverso polimorfo, y me parece excelente la idea de acosarla reclamandole la paternidad. Casi que, como en las telenovelas caribeñas, podrías darle un giro más, reclamando la paternidad de la creatura por parte del Tío xxxx.
Un Abrazo,
XXXX

10 comentarios:

"lay on the grass" dijo...

Un matrimonio desdichado


La imagen tiene poco menos de un siglo, pero los más oscuros pliegues de la condición humana siguen allí tan vivos como cuando los captó un fotógrafo anónimo, la madrugada del 4 de noviembre de 1910. La solitaria figura de una mujer madura, encaramada en puntas de pie sobre un cajón de madera, domina la escena. Es Sofia Andreievna, la esposa de León Tolstoi, quien trata de vislumbrar -espiando por la ventana de una cabaña perdida en la estepa rusa- el cuerpo agonizante de quien fue su marido durante cuarenta y ocho años y a cuya cama no puede acercarse por exigencia de los médicos, de los hijos y del propio Tolstoi.

El escritor había huido de su casa de Yásnaia Poliana una semana antes, abrumado por los incesantes requerimientos de Sofia (cuyo apodo era Sonia) para que le entregara los manuscritos sin publicar y los diarios íntimos en los que hablaba de ella. Desde hacía ya muchos años su matrimonio naufragaba en querellas cada vez más ásperas. La esposa no toleraba que Vasili Cherkov -un intrigante al que Tolstoi consideraba su mejor discípulo- se inmiscuyera en las peleas conyugales y de algún modo las estimulara. El escritor, a su vez, se negaba a mantenerlo apartado. Marido y mujer veían aquellas trifulcas como "una lucha a muerte" y en verdad lo eran. Se amaban, pero la vida en común los estaba destrozando.

Cuando Tolstoi se fugó de la casa familiar sin avisarle a nadie -salvo a su hija Sasha, a quien le pidió que lo acompañara- estaba enfermo de neumonía. Su temperatura oscilaba entre los 39°6 y los 40°. El pulso era irregular y la respiración, tan débil que Sasha, inquieta, le acercaba cada tanto un espejo a los labios para verificar que seguía vivo. Sentía ardores de estómago y ataques de hipo que no le daban tregua. Padre e hija atravesaron los campos helados en un trineo hasta la estación de tren, donde -para despistar- compraron pasajes a pequeños apeaderos de la línea del Sur. Tolstoi pretendía pasar inadvertido, pero no tenía idea de su inmensa fama. Cayó derrumbado en un vagón de segunda clase y le pidió a Sasha que le comprara los periódicos. Con horror descubrió que la historia de su fuga era el tema principal de las portadas. Nubes de reporteros seguían el rumbo del tren y los fotógrafos estaban al acecho en las estaciones.

Muy pronto, todos los pasajeros se enteraron de que Tolstoi viajaba con ellos y acudieron en masa a verlo. Sasha les rogó que se fueran para que su padre pudiera descansar. Apenas circulaba el aire en los vagones llenos de humo. El gobierno del zar Nicolás II había despachado también a varios policías de civil para que averiguaran las verdaderas intenciones de un pacifista venerado por los campesinos, al que la iglesia ortodoxa acababa de excomulgar negándole los sacramentos y el entierro religioso. A Tolstoi sólo le importaba que lo dejaran en paz.

Era ya entonces un gigante lleno de gloria y no habría otro que desatara entusiasmos tan tumultuosos. Ningún escritor, antes o después, conoció como él esos extremos de admiración. Cuando viajaba a Moscú y a San Petersburgo, las calles por las que pasaba estaban alfombradas de flores. Todos los extranjeros de renombre que llegaban a Rusia consideraban incompleta la peregrinación si Tolstoi no los recibía. Gandhi le escribió llamándolo "nuestro titán" y se declaró "humilde deudor de sus prédicas y doctrinas sobre la no violencia".

Todos los grandes creadores de la época, desde Thomas Hardy hasta George Bernard Shaw le hacían llegar cartas de admiración. Aunque Tolstoi fue siempre el candidato obvio para ganar el Premio Nobel, se apresuró a rechazarlo antes de que se lo dieran porque "no sabría -les escribió a los miembros de la Academia Sueca- cómo disponer de todo ese dinero, sobre todo cuando mis convicciones me indican que el dinero sólo produce mal".

Cuanto más vasta era su fama pública, mayor era también el infortunio de su intimidad. Se había casado en 1862, a los 34 años. Sofia Andreievna acababa de cumplir 18. Los dos tenían temperamentos de hierro y se creían capaces de imponer al otro sus deseos y códigos de vida. La misma noche de bodas el escritor cometió un error mayúsculo, que desviaría para siempre el cauce de su dicha: le dio a leer a Sonia sus diarios de juventud, en los que contaba con lujo de detalles sus borracheras y lujurias de oficial joven. Creía sinceramente que, al poner al descubierto las flaquezas de su alma, ella podría comprender con quién se había casado y perdonar las heridas futuras. Lo que logró fue abrir las compuertas de un torrente de celos y resentimientos que ya no se detendría. Dos semanas más tarde, Sonia empezó a escribir su propio diario. Se levantaba en medio de la noche para espiar lo que el marido había escrito e imprudentemente dejaba al alcance de su curiosidad el inventario de los agravios que le adjudicaba. Entonces empezaban las reyertas cada vez más crueles, las acusaciones de infidelidad y desamor. Y sin embargo, los dos se amaban con un ímpetu que no apagaron los años maduros ni la desastrosa convivencia.

Para Tolstoi, la escritura de los diarios fue el más constante de sus vicios. Sólo se permitió abandonarlos cuando trabajó en Guerra y paz y Anna Karenina , sus dos novelas mayores. También Sonia anotaba con puntualidad las cuitas de cada día. Por los diarios, ambos se enteraron de los enamoramientos y ridículos conatos de traición que los aquejaron en las fronteras de la vejez. El escritor había pasado ya los 70 años cuando la esposa tuvo noticias tardías de sus coqueteos con una campesina llamada Axinia, cuyo cuerpo dorado y piernas robustas representaban todo lo que Tolstoi deseaba. En los diarios de él han quedado vislumbres de las terribles maldiciones que se cruzaron. Sonia le dice: "No hay ningún bien en ti. Eres malvado, asqueroso. Yo sólo voy a amar a personas buenas y decentes, no a ti. Tú eres asqueroso, repelente".

Nadie ha contado mejor esa tragedia que William Shirer, el gran periodista que fue testigo del ascenso de Hitler en la Alemania de Weimar y lo narró en un libro clásico, The Rise and Fall of the Third Reich . Su obra más personal, sin embargo, es la historia de las borrascas conyugales que atormentaron a los Tolstoi. Lo publicó en 1993, un año antes de morir, con un título expresivo: Love and Hatred. The Stormy Marriage of Leo and Sonya Tolstoy ("Amor y odio. El tormentoso matrimonio de Sonia y León Tolstoi"). De allí ha salido casi toda la copiosa bibliografía sobre el fin de la pareja, incluyendo la noticia del amor crepuscular que Sonia parece haber sentido por el pianista Serguei Tanéiev cuando ella tenía ya 57 años.

Nada estremece tanto, sin embargo, como el relato de la muerte del gran hombre, que yacía solitario en la choza del jefe de la estación de Astápovo, perdido en la blancura de la estepa, mientras su fin inminente acongojaba a millares de lectores y discípulos en los cuatro rincones del mundo. Expiró a las 6.50 de la mañana del domingo 7 de noviembre de 1910. A Sonia no se le permitió entrar sino minutos más tarde, cuando ya todo había pasado. A la intemperie, bajo los hilos de nieve que no cesaban de caer, los campesinos cantaban un antiguo himno funerario, Memoria eterna . La esposa lo sobrevivió nueve años, suplicando en su diario que el mundo la recordara con indulgencia.

Flacha dijo...

A mi me da miedo casarme y ser asi de infeliz toda la vida.
En cuanto a tu tío, q facilidad de chamuyo que tiene.
Y sobre la votación en la q me vi involucrada, creo que la eleccion del tipo de hombre tiene q ver con la edad de la mujer. A los 16, seguramente hubiera votado por fama o apariencia. Ahora a los 21 voto por personalidad porq con los famosos de linda apariencia no me fue muy bien y probablemente si a los treinta y pico sigo soltera, alguno de plata me llamara la atencion.
Las mujeres somos complicadas, molestas tambien. Pero no se si malas. Creo tambien que aman y se entregan mas q los hombres

Efecto_Mariposa dijo...

Si bien las relaciones entre hombres y mujeres son complejas, creo que todo cobra sentido cuando encontrás a alguien que te vuela la cabeza y viceversa. Esta persona quizás no encaje en ningún estereotipo de los que tenés a la hora de buscar una compañera. Puede tener una “belleza exótica”, puede tener los mil y un defectos, pero a vos simplemente “te puede”. (haciendo alusión al posteo anterior)
A nosotras no nos ha ido mejor que a ustedes. Uno tras otro se suceden los fracasos, decepciones, pérdida de interés… me da la sensación, de que pasamos buscando algo que sabemos que existe, esa “media naranja”, y cuando creemos que lo encontramos, nos damos cuenta de que no es, algo le falta… y seguimos buscando. Puede también, que la otra parte se percate primero y nos deje sin demasiadas explicaciones. Es cuestión de encontrar tu complemento en una mujer y que ella lo encuentre en vos. Es 50 y 50. Ambos deben encajar, ensamblar como las piezas de un rompe cabezas; sólo una es la que corresponde. Por más que las demás se parezcan, y trates de hacerla coincidir, no va. Porque no es.
Con respecto al relato: Muchas veces los de afuera, pueden opinar que son fríos, que no responden como una pareja que se ama, o “si te hace mal, dejálo” o “Es porque no hay amor” “Se llevan re mal”… al diablo con lo que piensen los demás!! La relación es entre la pareja y sólo ellos saben que sienten.
Cuando encontrás a tu complemento, empezás a tolerar muchas cosas que a cualquiera no se lo tolerarías. Quizás aca se desvirtúa un poco, el sentimiento de “amor”, Incluso me atrevería a decir que uno se transforma en masoquista, pero no por ello el sentimiento se desvanece.
Mejor la corto acá, porque ya me estoy empezando a enredar...

Beso enorme

Anónimo dijo...

Tu tia tiene casi tan buen verso como vos...aparentemente corre en los genes

Alma dijo...

es un tío, no una tía.

Alma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alma dijo...

Querido Agustín, estoy de vuelta, bueno casi. Solo que el día aquí esta triste y nublado con un viento que cala hasta los huesos y tare un aire melancólico por cierto, entenderás, no es una buena estimulación para asomar si quiera el hocico a la vereda de árboles sin hojas (risas).
Recién estuve comentando un blog que conocí por tu intermedio. (“Efecto Mariposa”) no se exactamente si lo que ella escribió fue lo que me inspiro o si ya tenia ganas de poner en funcionamiento las neuronas y su texto fue un perfecto punta pié para esa labor. Me gusta imaginar demasiado y lo que escribe me invita a eso, aunque después termine imaginando cualquier otra cosa menos a lo que ella quería referirse.
Estuve pensando en escribir algo con respecto a esto pero no hubo motivación ulterior. Todavía sigo en Ceres y eso me distrae bastante.
Hablando de Ceres, puedo arrancar con lo que ella me produce, para acabar en la idea y enlazarla con tu pregunta en uno de los comentarios, que como no la entendí, trate de darla vuelta… quizás imagine, lo que quiso preguntar fue… algo como: ¿y si en realidad la vida y el amor fueran el mientras tanto? Y si no fue así, no hay problemas, de todos modos me surge esa pregunta a mí.
Cuando yo llego a mi casa, se produce un quiebre de tiempos y estructuras, no porque sea el papa ni porque moleste, sencillamente porque uno se desliga del cotidiano y comienza a armar el castillito de arena en otras playas… toma otro sol, y mira otro mar.
Eso implica que aquí la vida siga como siempre, pero que yo no sea parte de ella. O mejor dicho del cotidiano de ella. (Ahí queda mas claro – risas-).
Mama en su yoga, sus gimnasias, sus caminatas, sus mandados, sus limpiezas.
Papa en su trabajo, y…en su trabajo… ah! Si, y en el trabajo también.
Hermano…con sus amigos, su fútbol y su bici.
….ana?, descolocada totalmente del esquema diagrama fliar.
(El super es mi boliche de los días de semana dijo un amigo jaja)
Esta perfecto, no me desespera ya, saber que no soy ni de aquí ni de allá.
Voy entendiéndolo, y eso me tranquiliza. Dejo de alucinar con el precipicio en el que pensaba que me estaba cayendo (por muchos motivos no solo por esto, claro)
¿A dónde quiero llegar…?
Cada vez entiendo mas(y cuando hablo de “entender” hablo de “sentir”… como entender con inteligencia se entienden muchas cosas, pero…) que las ideas a futuro se desmoronan como un “castillo de arena” con los pasos del gigante presente y con la pala del maligno pasado. Cada vez concilio mas con el sabor que tiene el instante. Que es muy rico pero que suele pasarse por alto para ver el “mas adelante”.
Los miro y los observo, me miro también… cuando estamos juntos, el instante y la magia perfecta que te lleva al tope de la montaña y te hace sentir el rey (o la reina) del instante y de la magia, magia de la verdad. No de la artificial ni la del escenario (actúa y baja el telón), de la que perdura por dentro…ese rato, ese mientras tanto…
Mientras tanto llegue el futuro, la vida esta en tus manos.

Con tu cuestión entendí, que quizás la vida y el amor no son “mucho mas que…” sino, que, “son simplemente”.
Gracias.
Ana.

Anónimo dijo...

uhhh el dia q encuentres a la mujer de tu vida ojalá te vea darte vuelta como una media.

me tenés re podrida!!!! va con humor, yo te quiero...como amiga!! como amiga!!

Flacha dijo...

desaparecido. ya te extraño

Alma dijo...

te dormiste?