lunes, 28 de julio de 2008

OTRA PERSPECTIVA

Lo siguiente me facilita un montón el trabajo, ya que sólo tengo que copiar y pegar; pero me parece tan bien expuesto, que no me molesta ser tildado de poco creativo.
Los dejo entonces para que relean un mail enviado por "mi tío" como contestación a algo hube de enviarle a su correo electrónico... si este tipo no la tiene clara, entonces estamos todos perdidos, jaja.
Saludos.
PD: He suprimido los nombres que en el mail se daban, a fines de proteger cierto anonimato.
PD2: El texto de Tolstoi, para los interesados, se encuentra en la sección de los comentarios.
PD3: Al final cuando dice "me parece excelente la idea..." está siendo sarcástico.

Cualquier macho que se respete, que haya convivido con una mujer y vea el pps que adjunto, seguramente se sentirá identificado con gran parte del mismo. Si leiste la parte que te marqué en "Los idus de marzo", a pesar de la pésima traducción y de que se trata de un texto de más de 1500 años, no puede dejar de asombrarte la clarísima descripción de la esposa promedio.

Personalmente tengo unas cuantas explicaciones muy inteligentes y racionales de porqué las relaciones hombre - mujer son como son. Pero pienso que tus desventuras con el bello sexo, como las mías, obedecen a que ambos somos esencialmente dos mediocres. Dos mediocres más entre los millones de machos mediocres que se hacen un guiño cómplice al comprobar que los hermanan maltratos similares por parte de nuestras etéreas compañeras de ruta.

Con esto no estoy minimizando tus padeceres, claro que sufrís. Esto forma parte del aprendizaje de algunas cuestiones vitales y seguramente ya sabés que los aprendizajes rara vez son gozosos.

El ser mediocre en este campo te asegura algo: tus desdichas con el sexo opuesto no son tu responsabilidad ni te fue transmitida por un gen maligno de algun pariente. Al igual que los cataclismos, terremotos, tsunamis o la simple y bondadosa garúa que besa nuestros rostros, a veces nos golpean ramalazos de maldad femenina. Jóvenes o viejos, blancos o negros, judíos o gentiles, justos y pecadores, todos somos azotados por esta verdadera calamidad, de igual forma y sin piedad.

Lo que muy probablemente hayas heredado por alguna bifurcación genética de tu preclaro tío, sea la respuesta que le das a esta insufrible pestilencia. Ahí si te creo que quizás estemos dando parecidas soluciones a un problema que es comun a la mayoría de los hombres. Es lo que nos fue transmitido en nuestras respectivas estructuras familiares y sociales.
Te aseguro que he meditado largamente sobre esto, he observado cómo les iba a los que ensayaban respuestas más creativas, o más violentas o muy distintas a las mías y te aseguro que no les ha ido mucho mejor que a mí.

Estoy trabado para seguir reflexionando, ya que debiera contarte un par de cosas que no deben dejarse por escrito. Sólo te diré que, en habiendo envejecido, he comprobado que valió la pena haberme liado y refocilado con las muchachas (pese al sarcástico comentario de tu abuela xxxx al contarle sobre mi relación con Mª Rosa: "...ah, ... o sea que no escarmentás...") y que siento una profunda admiración por aquellas mujeres que hacen honor al apotegma lacaniano de que "cualquier hembra puede ser madre, pero muy pocas pueden llegar a ser Mujeres". Ante ellas me descubro respetuosamente. Así como nadie cree en brujas pero las hay, también hay Mujeres.

Así como Sócrates tuvo que padecer a Xantipa, te adjunto lo que debió padecer Tolstoi de Sofía, para que no seas maricón y te banques calladito la boca los desaires de la santiagueña. La verdad, te felicito por lo bien que escribís, perverso polimorfo, y me parece excelente la idea de acosarla reclamandole la paternidad. Casi que, como en las telenovelas caribeñas, podrías darle un giro más, reclamando la paternidad de la creatura por parte del Tío xxxx.
Un Abrazo,
XXXX

jueves, 24 de julio de 2008

IN THE EYE OF THE BEHOLDER

Creo que aunque se diga por ahí que yo "detesto a las mujeres", voy a tener que reconocerles a las féminas un punto a favor: suelen ser menos 'superficiales' que los hombres en materia estética a la hora de elegir una pareja.
Quienes vivan bajo la premisa de "billetera mata galán", estarán ahora tratando de incorporarse por la carcajada que el último comentario les ha provocado; pero sepan abrir un poco la mente y por favor, sigan leyendo... a lo mejor ampliamos horizontes.
Cualquier hombre que esté leyendo esto, habrá de acordar conmigo en que una chica que no te atrae físicamente, virtualmente tiene cero chances de lograr tener "algo" con vos. Puede ser muy piola o muy compatible intelectualmente... pero si la hembra en cuestión no despierta tu libido escópica, pues terminará formando parte de tu séquito de amigas y nada más.
Los hombres (especialmente los feos) no tenemos ese problema. Puede que no generemos gran impacto visual (o de cualquier otra índole) en una mujer, pero ciertas otras cosas nos pueden anotar uno o dos porotitos de tanto en tanto. Dinero y fama son los más conocidos; carisma, encanto, sentido del humor, presencia, imponencia y temple... todo eso también nos puede hacer adelantar unos cuantos escaloncitos.
Hasta acá, quien haya proseguido con la lectura dirá "oh si, con plata cualquiera; pero entonces las minas son re superficiales"... pues... a mi criterio, sí y no.
Cierto es que "billetera mata galán", pero ¿no tenemos otra ley opuesta, también circulando por ahí? Siiiiiiii... la ley del EMBUDO! LA MAS LINDA CON EL MÁS BOLUD@!!! ¿Y cómo es eso posible? ¿No se cancelan estas leyes por ser de signo inverso?
Imagino que en algún punto, es la personalidad del hombre la que despierta cierto interés en una mujer. Hasta el hartazgo hemos escuchado mitos urbanos que rezan sobre clásicas leyendas en donde un hombre muy agraciado estéticamente ha perdido su chance de conseguir "algo" con una chica, debido a que cometió el error de hablar, exponiendo así su "imbecilidad".
-nota mental: permanecer callado y parecer bonito suele ser una buena estrategia cuando ves que te está yendo bien-
Ha pasado (y yo lo he visto) que mujeres varias presentan ORGULLOSAS ante sus familiares y amigos, al más monstruoso de los seres y no reniegan de llamarlo "mi novio".
"Les quiero presentar a Rodrigo, mi novio" -dijo una vez la más bella de mis compañeras de la facu- Yo estaba esperando la aparición de algún sujeto que estuviera escondido detrás del esperpento que ella sostenía de la mano. "Hay que tener estómago" -pensé para mis adentros- "pero bueno, algo tendrá".
En momentos de desesperación, más de uno habrá llamado a la "fea" que les tiene ganas. La llevan a cenar a esos lugares a donde no va nadie y solicitan la mesa del fondo. Esa junto al baño (cosa que nadie los viera tan mal acompañados). Nota: -Sí, "M.R." ese fuiste vos, amigo-
Los hombres realizamos estos actos con vergüenza, a veces hasta con asco... como si salir con una chica fierita resultara un deshonor. Como si nos hiciera menos hombres.
Lo que SÍ es de poco hombre, es de renegar de las bellas cualidades de una persona, simplemente por el "qué dirán" de los demás que se basan en prejuicios y ni se digan en ver un poco más allá. ¿Desde cuándo hay que andar compitiendo con otro gil, por ver quien tiene la compañera más bonita? Por si eso fuera poco, donde sea que vayas, si es que hay un baño público, al entrar al mingitorio de seguro encontrás a un papanatas que te mira de reojo para comparar tamaños. ¿Es que la vida del hombre se va a basar en competencias por ver quien tiene lo mejor o lo más grande? El auto, la casa, la cuenta bancaria, el gato más pechugón... ¡ARJ!
Estoy al tanto de que las mujeres también compiten... pero eso es para otra oportundiad. Además de ese tema entiendo poco.
Lo que sí llegué a entender muy bien, fue a mi primera novia. Lo más importante: ella me entendía a mí.
A lo mejor yo no era "su tipo" de hombre (como ella me aclaró alguna vez). Tal vez ella no era "mi tipo" de mujer (como también supe decirle en su momento)... pero nos divertíamos bastante; de eso no cabe duda. No recuerdo haber pasado un solo día sin haber tenido una charla interesante con ella.
Unos cuantos años pasaron y diversas cosas nos tuvieron que separar. No lo lamento... fue una linda experiencia, pero todo tiene un fin.
El tiempo pasó y arrastró consigo varios sucesos; entre ellos, la asunción de una nueva mujer al puesto de "novia". Bonita, llamativa... pero aburrida (y perversa).
Comprendí entonces cierta diferencia (con mi noviazgo anterior) y pude darme cuenta de que ahora yo formaba parte de esas parejas típicas que vemos a diario en bares y restaurantes... esas que no suelen sentarse uno junto al otro, sino uno frente al otro y por si fuera poco, no se hablan. Ni siquiera se miran. Mientras esperan la cerveza, ella mira por la ventana... él mira la tele que cuelga de la pared. La TV está apagada. Se detestan en silencio y ni siquiera lo saben. Se aburren, desearían estar haciendo algo mejor (lo que fuera estaría bien).
Ese era yo... el que miraba la tele mientras rogaba que el mozo se apurara con la orden. Ella me odiaba, me encontraba aburrido. Yo hallaba eso bastante irónico, puesto que ella haría bostezar a una esfinge. Detestaba la idea de no poder decirle algo, sin que ella lo encontrara trivial. Me podría haber dedicado a escucharla, pero sólo gustaba de hablar de moda, del precio de los autos, de marcas de gafas para sol, de los puterí8s de su pueblo, etc. Eso la entretenía... lo fashion, lo IN.
Yo no quería hablarle exactamente del dualismo cartesiano, pero ¡por favor!
Aaaaaaaaahhhh... pero era bonita... eso es lo que cuenta, ¿no?
Creo que para variar, esto se hizo un poco extenso. Voy a ver si puedo adoptar la modalidad de resumir mis entradas o bien encontrarles la vuelta para que no se haga tan tediosa tanta lectura...
...mientras me figuro cómo llevarlo a cabo, los dejo con este planteo: Cada vez que vean a un feo con una linda, traten de darle el mérito a quien corresponde. Aprendan a decir que la chica supo ver más allá de lo que vemos nosotros. No le resten su valor diciendo cosas como "debe tener guita" o "debe cargar un termo, un extintor". Después de todo, somos nosotros quienes se dejan llevar por un buen par de tet@s carentes de personalidad.
Un abrazo.

domingo, 20 de julio de 2008

¿UNAGI O PARANOIA?

Supongo que así comenzó. Con una frase. "De lo que oigas, desconfiá. De lo que veas, creé sólo el 50%" - supo decirme mi viejo alguna vez- Pero es al vicio... El único aprendizaje que cuenta es el de la experiencia. Con la teoría sola, ninguno es Gardel.
A veces me replanteo cómo llegué a convertirme en lo que soy y me veo forzado a revisar la historia, a pasarle lista a eventos ya añejos y por sobre todo, a los personajes más significativos de mi trama vital. Me encuentro así, con uno en particular: mi tío; mi antiguo patrón.
Mi primera experiencia laboral es algo que recuerdo con mucho cariño y a veces hasta me río solo cuando mentalmente hago marcha atrás hasta ese período.
Mi ex jefe (tío) es un sujeto en extremo sabio, mentalmente muy afilado y con todas las luces prendidas. Hablamos de un hombre que básicamente vivió solo la mayor parte de su vida, por lo que gran parte su historia individual me resulta por entero desconocida y no hay a quién recurrir (excepto a él mismo) por confirmación o verificación de datos.
Sé que varios divorcios y algunas separaciones han sesgado su línea de pensamiento, pero no por esto se vuelve menos sublime su majestuoso operar mental.
Tenía (o tiene) también una característica que depende de dónde se la mire, puede ser considerada o bien como defecto, o bien como virtud.
Solía ser un tipo en extremo desconfiado y buscaba siempre en cada interrelación personal, la brecha por la cual la otra persona pretendería colarse en aras de obtener un beneficio a expensas suyas o, como se dice en criollo, querría cagarlo.
Este "modus vivendi" lo había convertido ante la vista de muchos en un perseguido, aunque quienes osaban rotularlo con algo un poco más agravante, se referían a él como un paranoico. Inevitablemente, que de albergarme bajo su ala -como empleado y protejido- tuve que ir aprendiendo obligatoriamente algunas cosas. Pude ir vislumbrando que de cada 50 personas que se presentaban (como clientes, socios, amigos o empleados), al menos 45 querían estafarlo. Ninguno con éxito. A veces, hasta yo mismo he querido hacerme el vivo robándole un jugo de la heladera o comiéndome algún potecito de mermelada (de esos que se sirven con el desayuno) y jamás logré salirme con la mía.
De ello aprendí dos cosas:
1) Nunca hay que intentar estafar a un paranoico.
2) Para volverse paranoico (y por ende invulnrable a las estafas), hay que hacerle caso a las frases de mi viejo.
Si bien el camino del desconfiado es un camino solitario, a Dios doy gracias de que es también un camino de lo más seguro.
Así llego hasta nuestros días... a esta era globalizada, llena de internet, ipods y wifi. A esta era donde la mayor de las estafas puede llevarse a cabo realizando un doble click.
Así es también, que un buen día me encuentro abriendo mi MSN y encontrando cada tanto, que una nueva persona me ha agregado a su lista de contactos. Personas que por demás, no me son para nada familiares.
Estos hechos tuvieron lugar durante el período en el cual yo salía todavía con la chica de Santiago -a la cual no pienso seguir haciéndole favores y simplemente me limitaré a llamar de ahora en más "Laura".-
Un día como cualquier otro, recibo una solicitud de una tal "Carolina" para agregarla a mi messenger. La curiosidad es algo que todavía me lleva de las narices, así que decidí darle cabida.
Esta muchacha, se presentó como una coincidencia... un error en la Matrix, uno de esos fallos aleatorios que de tanto en tanto Microsoft suele presentar. "No se quién sos ni por qué te tengo en mi MSN", argumentó ella. Yo le contesté con la misma frase.
Carolina aseguró tener 28 años, vivir en córdoba y ser médica. Todos estos datos, eran ominosamente coincidentes con los de la hermana de Laura (mismo nombre, edad, profesión y residencia), por lo que asumí que de hecho se trataba de la misma persona. No fueron estos pequeños trozos de información los que levantaron mi sospecha, sino que "Carolina", insistiera demasiado en el tema de mi fidelidad para con mi "pareja". Me preguntó si salía con alguien, si le era infiel, etc. Obviamente me negué a contestarle, dándole las mil y un vueltas al asunto. Me preguntó el nombre de mi pareja, pero como en ese momento yo tenía 2 (con las cuales salía nomás, nada formal) y sospechaba de que pudiera ser cualquiera de ellas, también hube de rehusarme a contestar a tan simple pregunta. Desde aquel momento, no volvería a saber nada más acerca de "la Caro"...
Otro día llegó y con él, el advenimiento de una nueva invitación al MSN. Esta vez se trataba de una chica que decía conocerme de la facultad. Me informó llamarse Mariana Diaz y que cursaba el segundo año de psicología en la UCC. Le pregunté si podía describirse y contestó con ambiguedades difíciles de determinar: "soy morocha, altura media, ni gorda ni flaca..." cosas así. Le afirmé no haberla visto nunca y me dijo que últimamente no estaba concurriendo a clases, debido a que estaba enferma. Se negó a revelar información acerca del/la delator/a de mi dirección de correo electrónico. Le pregunté cómo la había adquirido, mas negose contestar. Chateamos durante un buen tiempo, aunque más que nada de trivialidades. Los días fueron pasando y yo jamás llegué a verla. La curiosidad me llevó al extremo de preguntar por ella en clase, a lo que recibí como respuesta "no hay ninguna Diaz en segundo año". Es un aula de no más de 30 estudiantes, por lo que me resultó fácil comprobar que me decían la verdad. Asumí que la chica en cuestión habría de tener un doble apellido y que sería más conocida por el segundo. No le dí mucha importancia y dejé todo el asunto allí.
Hoy por la madrugada me conecto a internet y como era el día del amigo, no tenía contactos en el MSN (todos parecen tener vida propia). Tras unos minutos, un titilar anaranjado me da la bienvenida bajo el nombre de "MARU". Mariana Diaz estaba conectada, pero para mi sorpresa, Laura también. Pensé que para esta altura no volvería a saber nada acerca de ella.
Tarde pero seguro, otros contactos (amigos) fueron haciendo también su aparición virtual en mi pantalla, por lo que me dividí en varias ventanitas para hablar con todos a la vez.
La charla con MARU me mantenía ocupado, debido a que se ensañaba conmigo por mis recientes comentarios en este blog.
Con motivos de mi último posteo (el anterior a este), se tomó el atrevimiento de tratarme de poco hombre y cobardón, de intolerante y malintencionado que juega con los sentimientos de una pobre indefensa que además está embarazada. Mencionó el hecho de que su padre era abogado, lo que la tenía al tanto de las represalias de las cuales yo podría ser víctima si es que Laura se decidía a actuar. Me podrían echar del trabajo, hacerme juicio, etc. -Lo raro es que el que puede hacer juicio en este caso, soy yo-
Me parecía extraño que habiendo oído solo MI campana, una chica que es supuestamente más allegada a mi que a otra que le resulta extraña, tome partido por mi contraparte. No me malinterpreten: no digo que TODOS los que leen lo que escribo me tengan que dar la razón, pero nadie puede opinar a favor de la otra persona si primero no la escuchó defenderse. A modo imperativo me retrucó: "sos tan poco hombre, vos tienes que dejarla en paz". Esa conjugación santiagueña me cayó como un balde de agua fría. Me resultaba familiar.
Si bien en este punto la cosa empezó olerme extraña, hasta aquí yo no sabía muy bien exactamente qué era lo que estaba mal.
Quise cambiar el tópico y pregunté: "¿tenés idea de cuándo empiezan las clases?" Lo pregunté con doble intención, puesto que de antemano yo sabía que la respuesta era "el 4 de agosto". Mariana contestó: "ah, te quería contar que mis viejos ya no pueden pagar la facu, tenemos problemas económicos". Aquí la cosa comenzó a decaer estrepitosamente hacia el fondo. Mariana me había comentado hacía mucho, que trabajaba en una tienda de muebles y que ella misma se hacía cargo de su arancel académico... sin embargo ahora eran los padres quienes no podían pagar; pero sabía también que su "hermanito" estaba enfermo y según argumentaba, los costos de su tratamiento se habían hecho poco llevaderos. No me quise meter en camisa de once varas y no rondé más el asunto.
Sin embargo me sentía tentado a testear la veracidad de Mariana. Le pregunté acerca de si recordaba el nombre de una compañera muy popular en segundo año. Contestó "piru... le decimos así porque está pirucha" (lo cual es mentira, nadie la llama piru ni está pirucha). Le dije "decime el nombre" y me dijo "creo que es CELESTE" -aunque no hay ninguna Celeste en clase-
Le pregunté si recordaba el nombre de otra compañera muy conocida, dada su incapacidad. Tampoco pudo contestar correctamente.
Le pregunté qué pensaba hacer con su ciclo lectivo y me dijo que se pasaría a la nacional el año próximo. Aproveché para cuestionar acerca de las equivalencias... qué materias tenía rendidas y contestó "todo primer año". Demás está decir que si cursó primer año durante el 2007, no hizo tiempo de rendir todo para esta altura... los números no dan. Le pregunté con quién rindió Psicoanálisis I (la materia más conocida con la profesora más conocida de la carrera) y esquivamente me preguntó si estaba siendo desconfiado. Le contesté que sí y a continuación, la vi desconectarse. Junto con ella, Laura se desconectó también. Al rato volvieron a entrar ambas... se ve que fue una de esas "caídas" que el messenger nos hace experimentar cada tanto. Insistí sobre la pregunta, yo quería el nombre de la profesora y nuevamente adivinó nombres que no existen en la cátedra. "Graciela, creo" -dijo- "aunque no soy buena para los nombres y no me sé el apellido". ¿Cómo pudiste olvidar a la profe más renombrada de todo primer año? Eso es inaudito.
Me dijo que no se molestaba en conocer a nadie, porque en esa facultad son todos unas víboras que se reían de los pobres (cosa que es mentira). Que su padre había perdido un juicio hacía poco y habían quedado en la bancarrota...
...es en este punto en donde todo empieza a sonar familiar. En especial cuando comenzó a comentarme acerca de cómo se burlaban de ella a sus espaldas y de su padre, el fracasado litigante, debido a que ya no tenían dinero. ¿No notan al igual que yo, cómo todo esto se va convirtiendo en un culebrón venezolano? -De esos que nuevamente tienen a la "pobre víctima" en el centro de las miradas y las burlas-
Ya no lo soporté y le dije "vos sos Laura", pero se hizo la desentendida, me dijo "soy Mariana".
Le pedí una foto, la cual envió cerca de media hora después. Se trataba de una rubia a la cual yo no había visto jamás rondar por los pasillos de la facultad. Le dije dos cosas: la primera, es que ella se había descrito como una morocha y la segunda, que la niña de la foto no pertenecía a la misma universidad que la mía.
Me dijo que era una pena que yo fuera tan desconfiado, que me perdía de conocerme a semejante bombón y que le parecía un desperdicio, ya que ella cumplía años el sábado y lo festejaba en la loma del ort@... y que aunque no invitaba a nadie de la facu (porque son tan dañinos) me invitaba a mi; que allí la conocería.
Le dije que me diera un poco más de crédito... que yo no era tan idiot@ como para irme tan lejos, pagar los viáticos, la entrada y demás, para llegar a un lugar donde no me esperara nadie, ya que sabía que se trataba de Laura.
Me trató de paranoico, tras lo cual procedí a darle el ejemplo de mi tío (aquel que no puede ser engañado). Ante ello, ella replicó que la paranoia es muy "neurótica". Que a su criterio, la paranoia es una neurosis. Le pregunté si estaba segura y me dijo que SI. Haciendo uso de los conocimientos impartidos en mi carrera, le corregí el error y afirmé que la paranoia era una PSICOSIS. Tras mi respuesta, mandó fruta a lo bestia, se dedicó a copiar y pegar información de una muy escueta página de internet y eso me bastó para corroborar que esta chica me quería tomar por idiot@
Le dije que quería pruebas de su identidad. Que me contestara el monto exacto de la cuota de la facultad. No supo decirme. Arguyó que hacía 4 meses no pagaba y había olvidado el precio de la misma.
A fines de poder escuchar su voz, rogando no encontrarme con una tonada santiagueña, le solicité un número telefónico el cual accedió a concederme, pero únicamente si no la llamaba a tan altas horas, puesto que la familia dormía. Le dije "no pienso llamarte al fijo, dame tu celular", pero obviamente carecía de tal.
Le dije "te doy el mío, llamame vos" pero oh casualidad, desde su fijo no podían realizarse llamadas a celulares.
Ya harto y cansado de tanto vueltear en un juego tan infantil, le dije "sos vos, Laura... estás enferma, buscá ayuda."
Contestó "no soy Laura, soy Mariana y te quiero conocer bien. Vení a mi cumpleaños el sábado" Procedí a reiterar su necesidad de buscar ayuda profesional de modo urgente y la bloquee de mi msn, dándome maña luego para eliminarla por completo.
El primer comentario que encontrarán en este posteo, será una copia de lo que pude guardar de la charla. Si bien está ya empezada porque me avivé tarde de hacerle un "save as" en el disco duro, es lo suficientemente explicativo como para dar FE de mi testimonio. Si me hacen el favor de leer eso, ayúdenme a decidir. ¿Laura se volvió completamente loca o el paranoico enfermo de la cabeza soy yo?
PD: Hagan el favor de pasar también por los comentarios dejados en la entrada "QUIERO RETRUCO" La chica con la que allí discuto, me da la mala espina de ser la misma persona.

martes, 15 de julio de 2008

GRITÓ "LOBO" MUCHAS VECES

Fué sólo un sueño, pero la sensación todavía me dura. Por ahí, uno que otro detalle se me escapa a la memoria y hasta recuerdo únicamente el suceso por fragmentos. Tuve este sueño hace mucho tiempo y sin embargo, la sensación todavía me dura.
Lo tenía a Ronald Lee Ermey dándome órdenes a los gritos, escondido tras un árbol que estaba a mi lado. Yo sostenía un rifle de francotirador y me escondía como podía tras una columna caída en el medio de la calle. Frente a nosotros se erigía un edificio que si bien se mantenía entero y herguido, tenía todo el frente destrozado. El hecho de si llovían balas o no, me es por entero difuso... me atrevería a pensar que nos estaban disparando, puesto que yo me refugiaba del peligro al igual que el sargento gritón de Mail Call.
Sé también que aparecí a destiempo y por detrás. El combate hacía rato que había empezado y un francotirador ocupaba anteriormente el que ahora era mi espacio físico. Alguien le disparó y terminó matándolo. Mientras voy narrando esto, nuevos detalles se me presentan... si mal no recuerdo, el francotirador que yacía muerto, era mi hermano.
Lleno de ira, me abalancé sobre el rifle del finado, mientras refunfuñaba entre dientes la frase "ahora vas a ver". Cogí el rifle y comencé a cargarlo... era uno de esos viejos... de esos a los que hay que ponerles una bala a la vez y volver a recargar tras realizado un disparo.
Recuerdo que en el momento en el que me decidí a apuntar (porque el Sgt. Ermey ya me estaba exasperando con sus gritos de "¡dale, dale, apurate! ¡¿qué estás esperando!? ¡disparaaaaa!") reinaba la paz. Estoy seguro de que en esa parte no se sentía ningún disparo enemigo, nadie atentaba contra mi vida y tenía todo el tiempo del mundo para calcular el tiro y apretar el gatillo.
Todavía estaba escondido tras esa columna y yo apuntaba hacia uno de los pisos superiores del edificio. Por la ventana del mismo, podía ver a mi objetivo. No recuerdo su cara y honestamente, no se quien era. Me atrevería a decir que se trataba de un sujeto calvo que vestía de verde, pero es lo máximo que puedo detallar por ahora. Este tío no miraba por la ventana, sino que estaba parado junto a ella y mi visión era la de su perfil.
La cruz de mi mira se posaba sobre su enorme cabezota; yo quería asegurar ese disparo. La mira se mantenía firme y quieta. Contenía mi respiración para que el disparo saliera perfecto; de lo contrario tendría que volver a recargar y eso me llevaría tiempo. Demasiado como para volver a tener una chance tan sublime.
Coloqué mi dedo en el gatillo y allí comenzó. Sentía el corazón latir a mil por hora, un cosquilleo en el pecho y en la base del estómago. Tenía los pulmones fríos y sentía que por mis venas corría adrenalina pura en lugar de sangre. Nervios y miedo. Un miedo indescriptible.
Pensaba en ese tipo, en el que tenía que matar. Pensaba también en que de jalar el gatillo, las consecuencias serían permanentes e irreversibles. Estaba a punto de asesinar a un hombre y la sensación no era grata.
Toda la vida fantaseé con matar a alguien e imaginaba ese momento... cómo lo haría, qué se sentiría. Pues yo sentí miedo.
Para ser del todo sincero, no recuerdo muy bien como terminaba la cosa. Sé que no pude concretar el homicidio, puesto que me desperté sintiéndome un cobarde. Desde chiquito solía imaginarme a mí mismo en situación de guerra realizando todo tipo de actos heróicos y violentos, pero tras ese sueño, abrí los ojos sintiéndome una lacra... no pude matar a un tipo a la distancia y todo por esa sensación horrible de que lo que estaba por hacer, era ineludiblemente condenable; tal vez porque arrebatarle la vida a alguien es algo de por sí enteramente malo. Supongo que peor aún, es el hecho de llevarlo a cabo de un modo premeditado y certero.
Esa sensación escalofriante me invadió ayer antes de apretar la tecla ENTER en mi teclado.
Ya había tipeado la frase con la que comenzaría mi venganza y un solo botón me separaba de darle un puntapié inicial a la cosa...
Verán... hay algo que tengo que explicar antes de proseguir y ese algo es mi relación con la chica de Santiago.
-Los comienzos fueron ya relatados en entradas anteriores, así que quienes se sientan interesados en repasar la historia, hagan el favor de dirigirse a "BASADO EN HECHOS REALES" y listo. Por ahora, voy a entrar en otro tipo de detalles.-
Comencé a "salir" con esta chica, quien de entrada se presentó como una pobre víctima de las circunstancias. Una de esas pobres incomprendidas a quienes les pasan todas. De no ser porque yo ya venía con malos tragos anteriores que me hicieron aprender mucho, me hubiera empeñado en portarme como su príncipe azul, presto a rescatarla de todos sus males... pero siendo que andaba ya medio resentido para con el sexo opuesto, me dije a mí mismo "que se las arregle como pueda".
Así comenzó. Con ella preguntándome cada veinte segundos si estaba más gorda, llorando porque se sentía o se veía gorda y rechazando cualquier tipo de tópico que no tuviera que ver con la comida baja en calorías, carbohidratos y/o gimnasia.
No había forma de hacerle entender a este esqueleto parlante, que su cuerpo resultaba más que envidiable para muchas otras chicas y que de hecho se veía bastante bien (hacía falta un poco de carne aquí y allá, pero dentro de todo, yo estaba bastante conforme).
La cosa fué empeorando de a poco. Día de por medio me venía con cosas muy poco creibles acerca de mi ex novia, muchacha con la cual, también trabajo (o trabajamos). La chica de Santiago solía venir con comentarios tales como "tu ex novia es lesbiana, la escuché hablando en el baño" o "tu ex novia anduvo diciendo por ahí que vos le robabas plata" y cosas por el estilo... ese tipo de cosas que uno sabe que aunque se trate de una ex novia, no tienen la más mínima chance de ser ciertas.
Luego comenzaron los "acosos". La chica de Santiago solía recibir mensajes de texto (siempre desde la página, nunca de otro celular) con insultos e improperios que según ella argumentaba, sostenían que la fuente de tales vocablos radicaba en mi. Recibía cosas firmadas anónimamente a modo de XXX que decían "Agustín dice que vos sos una P\/%@#!&" o "Agustín nos contó que te hizo -tal o cual cosa (de índole sexual)-" etc.
Después, prosiguieron otro tipo de acosos. "Mi ex novio no me deja en paz" -sostenía la chica de Santiago- "Me llama a las 3 o 4 de la mañana, viene a casa y se prende del timbre, me grita desde abajo que me ama, que se va a casar conmigo"
Ya a este punto, yo me cuestionaba si de hecho alguien insistiría en querer casarse con una chica que no hace más que hablar de las calorías de una manzana, las de un cubo de hielo y de las 5 Hs diarias que pasaba en el gimnasio, seguido de una especie de listado de todo lo que allí realizaba: "hice una hora de bicicleta, 2 de aerobox", etc.
Como una charla constante de ese tipo resulta realmente aburrida, la gente empezó a optar por no darle mucha conversación. Se podría decir que hasta la esquivaban un poquito.
A todo esto, la muchacha en cuestón todavía tenía el tupé de creerSE el centro del universo, por lo que (en su cabeza) TODO EL MUNDO ansiaba destruir nuestra relación. Las chicas del trabajo la miraban torcido y los chicos del mismo ámbito la miraban con deseo (según esta niña sostenía). Las mujeres le envidaban su belleza, los hombres estarían interesados en separarla de mí, para así poder cortejarla.
Yo no me animaba a decirle que había seguido sus deseos y que de hecho no le había comentado a nadie (excepto a uno de ellos muy confiable -tenis guy-) la existencia de dicha relación entre nosotros dos.
Está bien... con el tiempo la cosa se fue sabiendo, pero a nadie le importó demasiado. Los ojos de todo el mundo se posaban ahora en otros dos polos: Una OTRA morocha santiagueña de piel trigueña y ojos café cuya belleza es de índole sensual y la rubia belga que directamente era una Barbie angelical, políglota y con cerebro. De tanto en tanto, una brasilera de las nuevas camadas también se hacía notar, pero ella se mantenía un poco escondida en sus rincones.
La chica de Santiago (la que salía conmigo) venía siempre con una historia nueva. Todo el mundo la usaba, sus amigos, sus familiares, sus ex amores... ella siempre salía a sacarle las papas del fuego a alguien, pero según sostenía, nadie se preocupaba por ella (¿histeria, dijo Freud?). Ya llegado este punto, yo no le creía más una sola palabra.
Sin mencionar que le había encontrado SMS del primer ex novio en el celular, donde le agradecía por una noche espléndida (etc etc) que daban cuenta de que la niña en cuestión, sostenía un romance con dicho muchacho. Digamos que atando cabos, muy tempranamente vislumbré el hecho de que ella mantenía todavía una relación informal con él y que yo venía a ocupar el lugar del que... la visitaba una o dos veces por semana (cuando el otro no estaba). No me importó mucho; primero, porque la chiquilla no me volvía loco para nada y sólo me interesaba una cosa (ya todos sabemos qué) y segundo, porque yo también me porté medio mal. También había tenido mis escapadas con alguna que otra que se me hubiera cruzado por ahí. -Si hice mal, pido disculpas- NOT!
Algo apestaba en Dinamarca... y en esta chica también. Constantemente demandaba hacer caso omiso a protecciones tales como profilácticos y demás, debido a que según sostenía, no había ningún peligro por cosas como "me vino hace 4 días" (por más que yo también llevara la cuenta y hubiera contado 14) y de que además la sensación sería más placentera.
Habiendo sido criado por dos padres obsesivos y paranoicos, el resultado no pudo ser distinto. Yo salí hecho una especie de mescolanza de personalidades que tienden a cuidarse de todo aquello que suene aversivo a las normas estándares de cuidado personal. Es decir... no corro riesgos innecesarios y NI EN PEDO MANTENGO RELACIONES SIN CUIDARME.
A esta chica se la veía ya un tanto desesperada por tener su propio hijo (de paso algún comentario había hecho aquí y allá) así que decidí pisar con zapatos de plomo aquel terreno resbaladizo.
Terminó siendo que llegado un punto, ella rechazó mi compañía y yo no pretendía buscar la suya para nada. Ella puso excusas como que mi temperamento era el de un don Juan que "fraternizaba" con varias compañeras laborales (cosa que hasta ese momento no eran ciertas) y que eso me volvía poco confiable y que además, ciertos hechos familiares la tenían con la mente en "otro lado" (echale la culpa a los otros hechos... la mente se te había ido hacía rato) por lo que no estaba lista para una relación más prolongada.
Decidí que sería lo mejor, puesto que su forma de ser ya me estaba agobiando y por otro lado, necesitaba abocarme a mis asuntos estudiantiles a modo full time.
Un día como cualquier otro, voy a trabajar y me desayuno con una noticia: "Agustín está acosando a la chica de Santiago, no la deja en paz" -decían las voces por el radio-pasillo- "Agustín la acosa, la llama a las 3 o 4 de la mañana y se le cuelga del timbre, le grita que la ama, que se va a casar con ella" -insistían los comentarios-
Como todo me sonaba muy familiar, hice lo que me salió en ese momento. Me fui hecho una brasa hasta el teléfono y la increpé por ese medio. Ella negó rotundamente cualquier tipo de conocimiento al respecto. Le di el beneficio de la duda.
Semanas después, me entero de una nueva: "La chica de Santiago dejó a Agustín porque Agustín sale con chicas de su facultad y con una de otro segmento". Eso ya era por demás extraño y siendo que no hay nada peor para los rumores que un ambiente de oficina, decidí pensar que quienes inventaban tales comentarios eran los demás compañeros y no ella. Sin embargo, todos los caminos dirigen a roma y todas las personas apuntan a la santiagueña. Preguntando y preguntando, todos coincidieron en que la fuente venía de esta chica... de la chica de Santiago.
Evitando mayores detalles, saltearé una gran porción y me dirigiré casi casi que al final. Tuve una charla con esta chica nuevamente y nuevamente negó toda vinculación a los rumores. Esta vez, el beneficio de la duda no le sería concedido. Sabiendo que una histérica anoréxica de tinte paranoico y mitómano puede traer problemas, decidí dejar la cuestión de lado. Durante esos días, recibo una confirmación: La chica de Santiago había vuelto con su ex. No me pareció extraño para nada, así que dejé que corriera la vida por su decurso habitual. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a abandonar el melodrama... ella necesita de la novela de la tarde y de hecho gusta de ser la protagonista.
Resulta ser que ante sus ojos, yo suplico por clemencia y por una nueva oportunidad. De su boca salen comentarios como que llorando le imploro que vuelva conmigo y que ella contesta que yo no sé perder, que tuve mi chance y no supe aprovecharla.
Como soy de dejar todo a la ligera, quise no darle importancia; pero no podía dejarla ensuciar mi nombre así, tan gratuitamente. La amenacé por e-mail con mostrarle a toda la oficina (el call) sus SMS, sus mails, nuestras charlas por MSN y sus fotos subiditas de tono, las cuales envió cuando estuvo un par de días a la distancia. Comprenderán que como buen neurótico obsesivo que soy, gusto de coleccionar todo tipo de recuerdos... en especial aquellos que pueden ser considerados como trofeitos.
La amenaza se convertiría en hecho, si es que ella volvía a nombrarme en mi ambiente de trabajo, a fines de defenestrarme. Si yo me hundía, ella se vendría conmigo hasta el fondo.
Esa misma noche, recibo una llamada suya... a las 2:00 AM. Me confesó haber hecho mal al no decírmelo antes, pero que me tenía una noticia: Estaba embarazada y temerosa por el futuro incierto del bebé. El padre era su ex, ya comprometido con otra... etc etc. No le di mucha importancia, le dije a todo que si, que no había rencores y le corté el teléfono cuando no hubo más para decir al respecto. Pensé que se había terminado todo, pero había más.
El viernes pasado, al finalizar mi jornada laboral, mis compañeros me hicieron almorzar otra noticia más: "AGUSTÍN ES IMPOTENTE" -había comentado la chica de Santiago-
Yo creo que todo tiene un límite y creo que ese límite para un hombre, es el arrebatamiento de su hombría. El mío no. El mío todavía tenía paciencia, aunque no mucha.
Lo que me molestaba de la situación, era que esta mitómana empedernida, siempre negara lo acontecido... es como si dos personas se subieran a un ascensor, una soltara una flatulencia y quisiera culpar la otra diciéndole "fuiste vos". ¿A quién le querés mentir?
Nuevamente sentí ganas de cachetearla hasta que soltara la verdad, pero mis amigos me hicieron entrar en razón. "No le des bola, Agus... está loca". Para este punto, más de uno la había encontrado autoenviándose mensajes de texto desde las computadoras del trabajo, para luego salir a comentar que venían de alguien más que la acosaba. Ya con eso y un par de mentiras en las que se había pisado sola, la gente comenzó a perderle confianza.
Esa misma tarde (la tarde en la que yo me entero de los comentarios), me dice "hola lindo, ¿cómo estás?" -"¿HOLA LINDO? ¿¿¿HOLA LINDO???"- No me aguanté las ganas y le pregunté de que se trataban sus comentarios sobre mi impotencia. Nuevamente negó toda conciencia sobre el asunto. Esta vez, jurándolo por la vida de su hijo no nato. No la creí capaz de mentir en semejante cosa... esta mina estaba loca, pero no la creí capaz.
Nuevamente corrí a los que la habían escuchado proferir tal testimonio en mi contra a fines de verificar la información. Me lo confirmarón. "Yo la escuché", me dijeron.
No me aguanté las ganas... comencé a dar detalles de su locura a cuanta persona conocida se me cruzó. Intenté dejarla mal parada y en alguno que otro caso, lo logré. Yo no tuve que hacer mucho esfuerzo, ella ya había hecho un buen trabajo hundiéndose sola con anterioridad.
Por la noche del viernes, recibo un mail suyo con tono imperante: "bla bla bla, YA NO ME NOMBRES NI ME DESHONRES..." ????????
-¿Qué... creías que podías decir todo lo que se te ocurra acerca de alguien y no recibir tu merecido?- Esta piba la tenía que pagar... y la tenía que pagar con la misma moneda.
Luego se me ocurrió. ¿Qué pasaría si yo comenzara a acosarla de verdad, sin dejar rastros para que ella pueda comprobar la historia? Es decir... si yo realmente me fuera a su casa a acosarla a las 4 de la mañana y a mandarle mensajes desde la página confesándole mi amor y suplicando que vuelva y la llamara todo el tiempo en horarios desopilantes... ¿qué pasaría? ¿Qué pasaría si quisiera acusarme y no pudiera probarlo? O peor que eso... ¿qué pasaría si aunque pudiera probarlo, nadie quisiera creerle? Quise empujarla al borde de la desesperación. A que se sintiera perseguida en un ambiente en donde nadie quisiera prestarse a darle una mano; ni siquiera un oído.
Me senté en la PC y tipeé el primer mensaje de texto persecutorio reclamando la paternidad de su hijo. Coloqué la clave de validación y estuve a punto de pulsar ENTER.
La sensación todavía me dura.

domingo, 13 de julio de 2008

KHARMA Y GREG

Si tuviera que elegir una sola palabra para describir la esencia humana, creo que no me sería mucho problema. No trataría de resaltar ninguna virtud y tampoco haría hincapié en meros defectos. Creo que me inclinaría más por algo neutral. Pero si bien me gustaría asirme de un término poco comprometedor, debería de ser uno lo más descriptivo posible. Ese que englobe en la más mínima de las partes, la mera conjunción de un todo.
Ha de ser por eso que no me requiere demasiado esfuerzo intelectual el saltar con palabras tales como "comodidad" o cualquiera de sus sinónimos.
La pereza humana es por demás algo llamativo. No se bien si el hombre la ha inventado o si sólo se ha limitado a ponerle un nombre... por lo que a mí respecta (y asumiendo que somos todos vagos) podría hasta postular la hipótesis de que a este pecado capital, el hombre no lo ha creado ni mucho menos lo ha bautizado con un título, ya que eso requiere trabajo; de seguro ha sido algún extraterrestre el que se ha tomado la molestia.
Vivimos en tiempos extraños donde, sin ánimos de ser pesimista, experimentamos una decadencia en todo tipo de valores.
Respeto, honestidad, confianza, fe, lealtad, paciencia y tolerancia, son equiparables a los osos panda: a punto de extinguirse y renuentes a prosperar.
Por el otro lado, conceptos como honor, disciplina, responsabilidad, caballerosidad y templanza, pueden más bien ser comparados con los dinosaurios: ya extintos hace bastante tiempo.
Nos gobierna una filosofía barata, lo suficientemente floja como para omitir hasta los zapatos de goma. La misma nos lleva a considerar todo lo malo y toda la culpa, como proveniente del otro; aquello que parte de uno mismo, siempre tiene la excusa perfecta para zafar de las responsabilidades.
Asociaciones como AA, los grupos de autoayuda como "adictos a la ira" o "adictos al sexo", síndromes como el ADD y demás yerbas, me llevan a pensar que la gente realmente está lo suficientemente cómoda en su posición actual como para hacerse cargo de lo que las cosas realmente son. Uno ya no pasa a ser culpable de sus actos, sino que tiene un problema, una enfermedad. Uno no es promiscuo por elección, hoy por hoy es adicto al sexo y por tanto, hay que tenerle pena y ayudarlo en lo que se pueda. El hijo de alguien no es tonto ni vago... tiene ADD.
El progreso es algo maravilloso; el problema es que ha durado demasiado.
Lejos quedaron los planteos acerca de los fines de la religión. Algunos dicen que es por poder... otros por ignorancia. Ya en Matrix se plantea el hecho de que el hombre decide creer en un dios cualquiera, debido a que eso es más cómodo y menos doloroso que admitir que la vida no tiene sentido. No hay que ser tan fatalista... podríamos decir que si bien la vida puede tener algún sentido, a veces la gente decide creer en una deidad debido a que es mucho más fácil que Ganesha, Sheeba o Jesús hayan sido quienes modularan el propósito de la existencia, en tanto que ahora está todo hecho y yo no tengo que hacer nada. El sentido de mi vida ya no está en mis manos, sino en las del dios de turno.
Estudiando un poco de historia y volviéndonos un poco más terrenales, me gustaría que repasáramos algo sobre el Japón feudal. Nos encontramos entonces con los samurai, a quienes se tildaba de conservadores y tradicionalistas por oponerse al progreso (en especial al referido a las artes militares). Para un samurai, no era lo mismo acabar con el enemigo cara a cara que hacerlo a metros de distancia ayudado por un fusil; empalar con la espada al rival y ver en sus ojos el rostro de la muerte, lidiar con el muerto y cargar con la culpa de lo acontecido, no es lo mismo que apretar un gatillo y que la bala pegue a quien le pegue. Pero bueno... no vamos a compararnos con ellos. Fieles estudiantes del Bushido, estaban más allá del "no te metas" que ya no nos caracteriza sólo a los argentinos, sino que es un mal extendido a escala general.
Me vengo hacia el presente... a este mundo que tan trilladamente se cataloga como "subsumido en la imagen". A este mundo caracterizado por la fast-food y los comerciales de baje de peso sin dejar de comer. ¿Dónde quedó eso de "si querés algo, trabajá duro"? ¿Se nos considera a todos lo suficientemente ineptos como para que siempre la solución venga de afuera? Particularmente, eso me molesta. No lo hace de golpe, sino en suaves cuotas. Molesta de a poquito, digamos...
...escuchar bastante seguido "yo tendría que empezar a salir a correr"o "me inscribí en el gym, fui dos clases y ya no fui más..." ¿Qué sucede? ¿Tan complicado es adquirir el hábito de algo que demande algún esfuerzo? ¿Es mucho pedir que arrastres tu perezoso trasero hacia alguna parte? Pareciera ser que sí. De hecho, es muchísimo más cómodo quejarse de la gordura, que trabajar duro para deshacerse de ella. Pero bueno, la solución hoy por hoy pareciera brindarla Sprayette y sus 5000000000000000 artículos para no hacer nada y obtenerlo todo. Lo lindo es que aunque alguno de estos pseudoinventos funcionara bien, igual no lograríamos nada, porque una vez adquiridos, hay que usarlos... y eso también es molesto.
La depresión... oh, mi amiga la depresión... ¿Qué puedo decir de ella? Uno escucha que otro está deprimido y seguidamente siente compadecerse por el aquejado. "Pobre de fulano de tal... es depresivo y hasta está medicado"... si, pobre, pobre... la excusa perfecta para quedarse en cama y no hacer nada más. No me refiero al depresivo que no desea seguir viviendo, pero hasta se le van las ganas de intentar el suicidio (paradójico, no?) sino de ese que con la excusa de que algún otro matriculado le puso el rotulito de "DEPRESIVO", decide sin más que ese otro tiene razón y que es mejor no hacer nada, excepto quejarse y culpar al resto acerca de todos los propios males. La alienación a lo que el "otro" me dice que soy es menos trabajosa que tratar de buscar un propio móvil para el resto de mi vida. Ni siquiera pretendo mencionar de lo fácil que es, que alguien venga y te diga "tu vida ya no tiene sentido", porque les puedo asegurar que teniendo eso como excusa, nadie te arranca de tu postura de "me rasco el pupo y si te molesta, hablá con el Dr X que fue el que me dio permiso para hacerlo de acá hasta que me muera".
Uds. se preguntarán ahora... ¿qué corno tiene esto que ver con lo que el bloggero este generalmente postea? Pues... casi todo. Verán: en entradas anteriores, mencioné a una fulana con la que solía salir (la chica de Santiago). La misma es un poco... para ser leve, voy a decir que es un poco conflictuada (she's fuck'n crazy) y de entre todas las cosas que hizo, hubo un par que se pasaron de la raya.
Decidí ser maduro al respecto y a conformarme con decir "no importa, lo dejo así... todo lo que va, vuelve..." pero luego me invadió la duda. ¿Será que esa excusa patética del kharma es simplemente otro motivo para no hacer justicia por mano propia?
Siempre que sufrimos ciertos males (provenientes de un otro concreto), tenemos ese deseo rencoroso que suele ser un híbrido entre venganza y justicia. Nos sometemos a postulados divinos, a un orden cósmico y a leyes naturales de "todo vuelve" pero a veces hay que replantearse si realmente es así o si es una ilusión para dejarnos pisotear, no buscar lo que nos pertenece (justicia, revancha) y que la vida siga su curso por su cómodo camino, como si nos relajara pensar que Dios (o quien sea) será quien se haga cargo de estabilizar la balanza y ajustar las deudas.
Debido a mi personalidad volátil y a mi temperamento de gatillo fácil, tengo la duda de si mi esoterismo se contrapone a mi deseo visceral de justicia (venganza) o si mi parte orgullosa es la que obnuvila mi espiritualidad.
Un fragmento racional de mi ser, me dictamina que hacer daño solo atrae males peores. Mi parte animal me dice "destrúyela, acaba con ella... (y si podés, echale un polvito antes)".
Para ser sincero, ya puse en marcha la maquinaria de la justa retribución. Algún golpe he devuelto a esta altura, pero no siento que la cuenta esté saldada todavía y quiero un poco más de sangre. Algo me grita y me ordena a detenerme... a ser una mejor persona; LA mejor persona (en el caso). Otra voz de mi cabeza, me trata de cómodo y cobarde. Me reprocha el hecho de desear quedarme sentado viendo que la vida misma sea la que le devuelva los golpes que la otra estúpid@ arrojó primero.
¿Es tan malo salir al mundo a buscar lo que nos merecemos? Si la vida no es la responsable de mis males... ¿he de dejar que sea ella quien se haga cargo de solucionarlos? ¿Dejo todo como está y sigo hacia adelante o simplemente mi contraparte se merece que le haga todo el daño posible?
La decisión es difícil y confusa... se las dejo a ustedes; yo no puedo hacerme cargo.

miércoles, 2 de julio de 2008

VERITAS VOS LIBERABIT

Ciertas cosas que nos suceden en la vida cotidiana son notoriamente detestables, como por ejemplo:

  • Empezar la semana diciendo "el viernes cumple años XXX" y todos los días repetirte a vos mismo la misma frase, para que cuando llegue el bendito viernes, te olvides del cumpleaños de XXX y a veces, hasta de su propia existencia.
  • Salir de un examen bastante fácil, para que una vez afuera te acuerdes de esa put@ palabra (concepto) que no te salía y sustituiste por un sinónimo (sabiendo que no te la van a considerar) o bien te des cuenta de que en tu apuro por terminar el tan fácil examen, dejaste de lado alguna parte de la pregunta.
  • Justo el día que no hay nadie mirando, te salió eso que a nadie le sale bien nunca (con chances de no volver a repetir el resultado).
  • Enterarte después de un par de años, de que esa persona de la cual estabas enamorad@, te tenía ganas y por miedo a fracasar, nunca intentaste nada.
  • Que tu novia te vaya a ver jugar al fútbol y ese mismo día no das pie con bola y hasta clavás un gol en contra.
  • Que se te pase el colectivo cuando estás llegando a la parada.


Pero no hay nada -NADA- más despreciable que el hecho de que las mejores contestaciones, se te ocurran una vez que la discusión terminó. -Corolario: si el interlocutor es tu ex o tu jefe, este hecho adquiere niveles inimaginables de detestabilidad-

Es cierto... el cerebro es el músculo más grande del cuerpo, pero lo malo es que no existen gimnasios para el mismo. Es decir que si uno es medio dormido, no hay manera de entrenarse para tener la respuesta justa en el momento apropiado. Muy probablemente te quede el trago amargo de no haber respondido, en circunstancias similares y a lo largo de toda la vida. ¿Pero... y entonces? ¿Qué hacemos con esto?
A diferencia de otros autores, yo no me voy a remitir a describir un problema simplemente para que alguien diga "uh, eso es muy cierto" y que la cosa quede ahí. No... eso es una pérdida de tiempo. Para describir verdades están los periodistas (rían si quieren, está permitido). Yo quiero creer que puedo hacer del mundo un lugar un poquito menos frío y por tanto, gusto de ofrecer alternativas o soluciones.

Ya se aclaró que ante la "lentitud" mental, al menos yo no encuentro escapatoria. Mi prerrogativa en este caso es la siguiente: Hablar siempre con la verdad. Cuando uno discute con verdades, es muy poco probable que termine haciendo el ridículo. Primero porque no dice macanas y segundo, porque ante la verdad no hay defensa. Es como aplicar bien la técnica de la grulla.

Acá podríamos hacer un alto, remitirnos a Descartes y acordarnos de la crítica a la razón pura. Así como es imposible apelar a la razón, sustrayéndole los sentimientos y las emociones, es también imposible apelar a la verdad en su forma purificada.

Lacán argumentaba que de sus tres planos propuestos, “lo real” era aquello desconocido. Está bien que “lo real” para él implica otra cosa (más de tinte psicoanalítico) pero para nuestros fines, vamos a dejarlo como se entiende habitualmente. Es así que “la verdad” nos resulta inasequible de por sí, por lo que cae de maduro que jamás de los jamases podríamos apelar a ella en su forma originaria para ganar una argumentación. La cosa va mutando así a “tener que hablar con lo más parecido a la verdad”, pero a la legua se nota de que esto solo es insuficiente para taparle la boca a alguien, ya que cada cual puede poseer “su” propia “cosa parecida a la verdad” y por tanto puede que lo del otro se aproxime más a la verdad verdadera y te la mande a guardar.
Que de tanto en tanto haya uno de saborear el amargo gusto de la derrota discursiva, parece relga general...Pero al igual que en Matrix, estas reglas no son distintas a las reglas de un programa de computadora. Algunas se pueden doblar. Otras, se pueden romper.

Siendo que la verdad está entonces fuera de alcance y no puede utilizarse a la hora de discutir, hete aquí la papa: AGARRARLO AL OTRO EN PLENA MENTIRA.
Generalmente esto es casi imposible, a no ser que conozcas al otro mejor que a vos mismo... pero eso queda ya en la historia individual de cada quien.
Sumerjámonos entonces en los pequeños signos que indican cuándo el otro está queriendo mandar fruta. Lo que contestemos de ahí en más, sólo tiene que estar relacionado con la frase “estás mintiendo” y sus derivados como “aunque vivas 150 años, no vas a llegar a tener la inteligencia suficiente como para discutir conmigo”. Pero el tinte de la contestación ha de quedar a criterio personal.
Pasemos entonces a lo que nos compete:
Al igual que en el arte de la seducción (arte que yo no domino para nada), lo más importante es el lenguaje. De lenguaje hay mucho, muchísimo por hablar… pero nos vamos a remitir a la idea de que al mismo puede dividírselo en tres componentes principales a la hora de efectuarlo cara a cara:


1) Mensaje
2) Tono
3) Postura y gestos corporales


Como nota al margen, diré que la psicología es una ciencia que está en pañales y no conforme con ello, se subdivide en diversas ramas que entran en inconmensurabilidad paradigmática entre sí. Es decir, que al igual que existen en las artes marciales distintas disciplinas (karate, judo, kung fu, krav maga, etc) y cada una de ellas aclama ser la mejor, así también existen en el ámbito psicológico distintas disciplinas que se creen dueñas de la verdad (cognitivismo, conductismo, psicoanálisis, gestalt, psicoterapias, etc). Cada una por separado es netamente inútil, pero entre la conjunción de algunas de ellas, obtenemos resultados harto interesantes.
En lo que se refiere a lenguaje corporal, existen varios datos explicados desde diversas aristas. En lo referente a tono pasa lo mismo, pero algunas explicaciones convencen más que otras.

Lo alegre de los postulados es que todas las ramas llegan a las mismas conclusiones, aunque lo hagan apoyándose en investigaciones y métodos distintos. El mensaje de por sí, habrá de ser interpretado por las explicaciones de la lingüística de Saussure.
Por temas de espacio y tiempo, me remitiré sólo a las conclusiones. Los que quieran las explicaciones o los “por qué” del asunto, pueden dejar comentarios al respecto y si bien no me dan ganas de explayarme en las contestaciones, puedo referirlos a la fuente original para que lo lean.
Empecemos por lo groso (y desde mi punto de vista, lo más delatador) antes de remitirnos a los tres elementos anteriormente nombrados.
Ante la más mínima duda de sobre si el otro está mintiendo o no, hay que hacer el intento de REPENTINAMENTE cambiar el tema. Una persona mentirosa, estará ansiosa (deseosa) de hacerlo y nos seguirá la corriente. Un mentiroso se siente aliviado y relajado cuando debe dejar de inventar. Si la persona no pelea un poco por permanecer en el tema de la disputa, es 99.999999 (9 con la curvita arriba) % probable que el interlocutor esté mintiendo. Después de todo, en una discusión, el que cree tener razón, te quiere ganar la pelea ¿o no?
Ahora sí… ya de lleno podemos empezar a desglosar el asunto:


Postura y gestos corporales/faciales:
Uno de los mitos de antaño relacionado con las mentiras, es el que reza acerca de cómo un mentiroso evita establecer contacto visual. Si bien esto puede considerarse cierto, hay algo todavía más revelador. Un mentiroso apasionado por parecer verosímil, mantendrá un contacto visual extremadamente extraño con nosotros. Tanto así que llegará el punto en donde notaremos dos cosas: o bien que parpadea demasiado, o bien que no parpadea en absoluto, pero este segundo estado va acompañado de un levantamiento de cejas inusual. A lo mejor el levantar las cejas es una compensación por la necesidad de parpadeo permanente. La vista queda clavada en un punto (nuestros ojos) y nos da la oportunidad perfecta de vislumbrar dos ojos saltones que intentan por las malas quedarse inmóviles.
El movimiento de las manos suele ser abundante, generalmente en modo circular. Manos y brazos constantemente se dirigen hacia el propio cuerpo. Un mentiroso por lo general tiende a usar poco espacio físico y retrotrae las extremidades hacia sí.
Durante el discurso, una persona mentirosa suele tocarse el rostro. Es frecuente el rascarse la barbilla (pera) tocarse la nariz, las mejillas, las orejas, uno de los ojos, etc. Por el contrario, movimientos realizados con las manos abiertas frotándose el pecho, por ejemplo, han de ser considerados como característicos de aquel que dice la verdad.
Las expresiones faciales suelen ser de corta duración y el desenvolvimiento del gesto no involucra a todo el grupo muscular, sino solo parte del mismo. Es notorio en el caso de la risa o la sonrisa (falsas), que solo se controlan los ojos y los músculos a los costados de la boca (que dan la apariencia de sonrisa), pero los músculos mandibulares o de las mejillas permanecen inmóviles.
Puede suceder que inconscientemente, el/la mentirs@ coloque objetos entre su persona y el interlocutor: libros, sillas, bolsos, bandejas, etc. Esto es aplicable también al mecanismo utilizado por personas tímidas ante su primera presentación con alguien… así que habrá que evaluar el caso.
Para hacerlo más interesante, los detalles más reveladores de los gestos y body language se postearán al final, je.

En cuanto al tono podremos decir lo siguiente:
Un mentiroso de pacotilla, por supuesto que tendrá temblequeos de voz y tartamudeo, el tono será dubitativo y presentará largos espacios entre frase y frase.
Uno un poco más experimentado podrá mantener cierta constancia en el relato, pero será con tonos monótonos, con picos exacerbados de intensidad (en los momentos cumbre del relato) acabado el pico, volverá al tono monótono.
Lo anterior dicho, solo refleja aspectos generales y aunque el tono puede ser ciertamente delator, funciona mucho mejor para aquellos que comprenden parte de la diferencia entre “placer y goce”. Por goce nos referimos a cierta satisfacción inconsciente (de pulsiones, para ser más exactos)… pero a lo que vamos es a lo siguiente: El tono (para un oyente experimentado) puede resaltar cierta incongruencia entre lo que se dice y lo que se expresa. Puede que ante un relato angustioso, el tono revele cierta satisfacción que no es dicha (ni percibida por el parlante). El tono puede arrojar luz sobre lo que realmente se quiere decir, cuando de hecho se está diciendo otra cosa. Esta es una de mis herramientas favoritas a la hora de lidiar con mujeres (de las que no aguanto). Ante la gran mayoría de los temas referidos a cosas triviales, el tono refleja un deseo interno o una demanda.
Para quienes no entiendan lo que acabo de expresar, simplemente imaginen esta historia (verídica): Hablando con una hueca histérica acerca de los hombres y su comportamiento, ella comenzó a describir cómo se la encaraban en el boliche los “tipos” (en despectivo). Si bien el tema era acerca de la conducta masculina y su “repulsividad”, lo que saltaba a la vista era cómo la mogólica esta, gozaba de ser tan deseada entre los varones. Se notaba en el ímpetu con el que contaba la historia, que el énfasis del relato se colocaba más sobre su “deseabilidad” que sobre la conducta masculina. –Por Ej.-
Otro ejemplo (verídico), es el de una mujer que ante la presencia del hombre que le atrae físicamente, hizo un comentario de las cosas que iba a hacer ese día con su “NÓ-vio”. Así pronunciada y extrañamente acentuada (dentro del matiz propio del contexto) *NÓ-vio*, es un recurso destinado a remarcar una cosa: “estoy ocupada, inaccesible… pero deseada por otro hombre… date cuenta de que soy una mujer interesante, con una vida propia y estoy fuera de tu alcance.” Lo llamativo era el contexto, ya que todas las frases parecían mantener igual monotonía, excepto por el vocablo “novio”, el cual sonaba más fuerte y más poderosamente acentuado. Demás está decir que yo me di cuenta al toque y a los pocos días, esta chica estaba en algo raro con este otro pibe… (encima tengo testigos).
Aquí se produce algo interesante… esto de “yo me di cuenta al toque” puede considerarse como recurso literario para agregar veracidad al contexto. Sin embargo, lo que aquí se observa, es cómo yo quiero hacer valer mi “inteligencia y perspicacia”. Por un lado, la frase sirve como elemento de validez del relato. Por el otro, quiero que el lector entienda la agudeza de mis sentidos y se dé cuenta de que poseo una mente brillante. (Que modestia, ¿no?)
Para finalizar con lo del tono, simplemente diré que tengan cuidado y agudicen el oído para poder “resaltar” (como con marcador) las palabras o frases que suenan más fuertes. Esas son las mismas que dictan lo que el interlocutor de hecho está queriendo informar, más allá de lo que dice.


En cuanto al mensaje mismo, lo que se puede aducir es francamente infinito:
Un mentiroso estará siempre a la defensiva, mientras que alguien que discute con verdades opta siempre por tomar un papel combativo u ofensivo.
Nótese que las ansiedades producidas por una mentira propia son altamente persecutorias; por tanto, un mentiroso suele sentirse por demás incómodo ante los silencios prolongados. Intentará llenar esos espacios con detalles y/o preguntas o bien dará vueltas sobre lo mismo. Permanecer callados es una buena estrategia para observar las reacciones del otro. El mentiroso no soporta la presión del silencio.
El relato del mentiroso puede estar plagado de detalles en los cuales no vale la pena reparar; Ej.: “…y entonces pasó una señora con sandalias celestes de marca xxx” o “...y había 27 pajaritos comiendo de lo que dos borrachos les tiraban de sus sánguches de salame” o cosas así. La especificidad en detalles en los que la gente normalmente no repara, son propicios de aquel que está buscando ganar tiempo para mentir.
Como complemento de ello, el mentiroso puede hacer preguntas para mantenernos ocupados mientras le damos espacio suficiente a seguir inventando: “¿Cómo se llamaba eso que vos hacías con tus amigos…?” y mientras nosotros contestamos “fútbol”, el otro va teniendo margen para dar rienda suelta a la imaginación.
Un mentiroso suele usar nuestras propias palabras para responder preguntas hechas directamente: “¿vos me estás engañando con otro?” –“No te estoy engañando con otro”. Lo más lógico es simplemente decir “no” o “no te estoy engañando”. Completar las respuestas con frases calcadas de las preguntas, son típicas de la gente que no está siendo sincera.
Ni hablar de cuando contestan a una pregunta con otra pregunta (al menos como primer modelo). “¿Me estás cagando?” -“¿por qué preguntás eso?”. En realidad, la típica es que te contesten con un “¿Cómo?” o un “¿ah?” seguido inmediatamente de una respuesta. Como que no te escucharon y luego se dieron cuenta de que si te escucharon, para luego responder. Ese “como” o ese “ah” es el que da cierto margen a poner en marcha el mecanismo mentiroso.
También sucede que un mentiroso evite contestar directamente la pregunta, para así no tener que mentir. “¿Ud mató a fulanito?” –“Ni siquiera tengo un arma”. En este caso, no se le preguntó si tiene o no tiene un arma. El acusado simplemente contesta con una verdad, ante una pregunta que no requería esa respuesta.

Pero todos estos datos, son opacados por los avances en la ciencia.
Si bien puede determinarse la variación en ritmo y pulso (sanguíneos) para calibrar la veracidad de ciertos relatos, la neurología ha realizado avances impresionantes en lo que refiere a activación neurolingüística.
Vamos a situarnos en el caso de una persona diestra (no zurda, claro). En este caso, el hemisferio derecho del cerebro constituye el polo creativo y el izquierdo el intelectual.
Cada región del cerebro cumple funciones específicas, aunque relacionadas con las demás. Muchas de ellas están superpuestas, pero esta no es clase de neurología. Vamos al grano:
***Para empezar, vamos a aclarar que esto es probabilístico y bajo ningún punto de vista habrá de ser considerado verdad al 100%.***
Cuando los ojos de un diestro se desvían a la derecha, es muy probable de que esté imaginando. A la izquierda, cuando están recordando.
Ojos hacia arriba y a la derecha, dan cuenta de pensamiento creativo en imágenes. La persona en cuestión está imaginando escenas, imágenes o situaciones; es decir que las está inventando. Hacia arriba a la izquierda, la misma persona está recordando en imágenes.
Hacia la derecha a altura media, el sujeto imagina sonidos. Como si se le preguntara “¿Cuál es el sonido más irritante que se le ocurre?”. A la misma altura hacia la izquierda, la persona recuerda en registros auditivos: “¿Cómo sonaba la bocina de su primer auto?”.
Hacia abajo y a la derecha, nuestro amigo estará (probablemente) recordando sensaciones generadas por sentidos como el gusto, el olfato o el tacto. Si se encuentra tratando de ubicar o de relacionar olores, gustos o sensaciones táctiles con algún recuerdo, los ojos se desvían hacia abajo y a la derecha.
Por otro lado, hacia abajo y a la izquierda, el sujeto da cuenta de diálogo interno. Puede decirse que esa persona está hablando consigo misma.
Estos últimos descubrimientos son de carácter reciente y por tanto habrán de ser considerados, como ya mencioné, como meras cuestiones probabilísticas. No deben de tomarse como cuestiones fácticas innegables ni fiarse de ellas por completo.
El tamaño de las pupilas puede indicar estados de ánimo (grandes si es feliz, pequeño si está triste) pero hay que tener en cuenta aspectos como la luminosidad o el interés, por ejemplo.
A fin de cuentas, de lo que aquí se trata es de tener herramientas suficientes para poder enfrentar a alguien y tratar de salir airosos de alguna cuestión. Es cierto, eternamente seremos prisioneros de nuestras falencias mentales, pero todavía hay luz al final del túnel… después de todo, por más encerrados que estemos en nuestra propia estupidez, la verdad nos hará libres.