miércoles, 12 de octubre de 2011

YA TENGO EL PODER

La diferencia en musculatura entre géneros hace que la tapa del inodoro pese, para la mujer, alrededor de 2 toneladas. No me explico por qué tanto escándalo cuando la tapa queda arriba, ni me explico tampoco por qué el varón ha de ser el que tenga doble trabajo (subirla Y bajarla) mientras que la mujer exige encontrarla siempre abajo para no realizar esfuerzo alguno.

jueves, 6 de octubre de 2011

ASIMETRÍA SEXUAL

Considero que la relación sexual -la heterosexual al menos- no es una cuestión simétrica, equitativa ni mucho menos, justa.
Por lo general el varón está pendiente del placer de su pareja en igual o mayor medida que en lo que se enfoca en el placer propio (aunque hay excepciones). Esta tendencia no siempre conlleva el éxito. Las más de las veces, se puede fracasar en esta empresa.
Pero a pesar de lo anteriormente expuesto, la regla general es que el varón siempre llega al orgasmo mientras que lo propio en la mujer es una cuestión un poco más complicada.
Sin embargo, esto me tiene sin cuidado.

Dave Chappelle sostiene que no existe tal cosa como la eyaculación precoz. Él dice que cuando acaba, lo hace justo a tiempo. Él comienza todo acto sexual con la total y completa intención de acabar. "¿vos qué tratabas de hacer?" -le pregunta a su pareja insatisfecha- "acabar" contesta ella. "Bueno, te gané" -retruca Dave-

Hay veces en que la mujer le pide al varón que "no se apure". Injusto. Netamente injusto... ¿por qué? Pues porque el único método conocido para no apurarse, la única fórmula descubierta para poder llevar este antinatural acto a cabo, es pensar en las escenas y fantasías más asquerosas conocidas por el hombre.
La vida intenta abrirse paso, la eyaculación es la expresión de toda fuerza vital intentando propagarse, expandirse, es la biología intentando reproducirse, cumplir parte del ciclo vital. Y la mujer pide que lo posterguemos. Que no nos apuremos. Es pedirle a la naturaleza que no se apure, es solicitarle al cosmos que no se expanda.

Y para oponerse a semejante fuerza, para hacer la contra a todas las leyes físicas conocidas por el hombre, lo que se necesita son pensamientos altamente asquerosos.
Algunos dicen que piensan en fútbol, otros que tratan de poner la mente en blanco. Mentira, pura mentira. Eso no sirve.
Lo que uno se imagina es a su abuela en bolas, comiendo estiércol, rodeada de tripas de pescado mientras uno le orina la cara. Y aún eso presenta vicisitudes.
Uno trata de pensar en lo más horrible, en lo más humillante, en lo más asqueroso que se le ocurra a los fines de "no apurarse".
Y mientras la mujer puede pensar en lo que quiere, gozar como se le canta, uno está teniendo sexo con esas espeluznantes imágenes en la cabeza.

Para mí, tener sexo siempre fue similar a ser niño y estar mirando una película de terror. Últimamente es equivalente a combinar todas las producciones GORE conocidas en una sola película interminable. Es someterse a las torturas de Hostel y El juego del miedo I II III IV V y VI todas juntas, es pensar en el incesto, es rememorar mis peores momentos, es repasar en mi mente cada mala película, cada mal rato, cada dolor, cada sufrimiento, cada padecimiento. Es oponerme a hacer lo que en verdad quiero hacer. Y no es una mera abstinencia, no. Se trata de una resistencia que se ejerce con todas las fuerzas psíquicas asequibles a la voluntad.

Por eso, si yo veo que la mujer está concentrada en lo suyo y yo tengo que concentrarme en imaginarme a mi abuelita en bolas, la situación me parece injusta.

Pero el orden establecido es así. El status quo ya está instituído y quienes quieran someterse a la problemática cuestión de las relaciones sexuales deben saber que si se es varón, el orgasmo está asegurado, pero el precio a pagarse son minutos que parecen ser eones que uno pasa pensando lo impensable, imaginando lo inimaginable y sometiéndose a la angustia de un espanto que las mujeres jamás entenderán.

Y habiendo posteado esto en este blog, acabo de asegurar el retorno de mi virginidad perdida, puesto que dudo mucho que alguien desee volver a estar conmigo tras haber leido esto. 

Bien por mí. Otra mala decisión. Tal vez -si en algún futuro vuelvo a intimar con alguien- repase en mi mente el mismo momento en el que me senté a redactar, a los fines de "no apurarme".