sábado, 9 de julio de 2011

EL CLAN DE LA GORRA BLANCA

Nunca me gustó mucho salir de joda.  Boliches, pubs, clubes nocturnos y ese tipo de cosas, no son lo mío.  No sé por qué.  Tampoco me gusta moverme en grupo.  Prefiero ir solo a todos lados.  A lo mejor es una de esas cuestiones que los psicólogos catalogan como “el miedo a desaparecer”.  No sé, la verdad, no me importa.
Pero que no me guste salir, no quiere decir que no lo haya hecho.  A veces, cuando los astros son favorables, salgo.  Y cuando salgo, generalmente la paso mal.
Por las noches todos son protagonistas excepto yo.  Yo soy un observador, el mundo es una película y mi rol es el de aquel que la ve pasar.  De día es otra historia, pero las noches no me pertenecen.  Así que, antes, cuando salía –porque ya me aburrí- me lo tomaba como una especie de trabajo de campo.  Un proyecto de investigación.  Me gustaba “jugar” a que evaluaba los comportamientos sociales y las conductas grupales de la gente, etc.  Esas pelotudeces que por ahí uno suele ver en el Nat-Geo o canales similares:  “La hembra se encuentra dispuesta.  Un grupo de machos la divisa a lo lejos y se acercan en duplas.  Se pavonean frente a ella para llamar su atención ofreciéndole alcohol, pero, desinteresada, la hembra se reintegra al grupo de sus pares mientras los machos combaten cuerpo a cuerpo para poder aparearse.  Sólo el vencedor tendrá chances esta noche…” (eso es lo que yo narraba para mí mismo en mi cabeza).
Entre todos mis descubrimientos, el más notable –por lejos- fue la secta de la gorra blanca.
No sé si lo han notado también.  Hagan la prueba.  Ya no sé si siguen existiendo, estas cosas yo las supe ver allá por el 2000 – 2005.  A lo mejor ya se extinguieron.
La secta de la gorra blanca es un “grupo” –si es que así se los puede llamar- de sujetos que siempre, pero siempre, siempre, siempre, tienen una gorra blanca adornando sus cabezas.
Lo curioso es que esta “secta” no se muestra en conglomeraciones, sino que sus afiliados concurren solos a los boliches. 
En cada boliche al que yo salí durante mi “adolescencia”, no hubo una sola vez que no hubiera un tipo usando una gorra blanca.
Hay uno de estos sujetos por boliche.  Jamás se muestran juntos, ni de a dos, ni de a tres, ni en montos numerosos.  Siempre están solos, rodeados por otros amigos que no usan gorra.  Están vestidos de forma “normal” –lo que se considera normal de noche- y son los típicos tipos que uno puede ver en el baño del boliche, acomodándose el jopo con detergente y/o jabón.
Pero estos individuos de la gorra blanca son una especie aparte. Son algo así como el macho alpha de la tropa. 
Los “gorreros” –como a mí me gusta llamarlos- se encuentran siempre rodeados por mujeres.  Generalmente ellos están contra una pared, mientras las mujeres los rodean como un grupo de zombies al último humano vivo.  Son ganadores, son langas, son re-bananas.  Parecen no haberle dedicado demasiado esfuerzo al resto del atuendo.  Un jean, una remera que han usado durante todo el día –o camisa en su defecto- mocasines y –por supuesto- la gorra blanca.
Siempre me interesó conocer la fuente de su poder.  ¿Sería acaso la gorra el magnetrón atractor de mujeres?  ¿O por otro lado sería la gorra la coronación a una habilidad particular?  Algo así como “le damos la gorra al que más minas se levanta”.
Estos tipos son increíbles –o lo eran cuando existían- Van con gorra de noche al boliche ¡y ganan!
Están los que han querido copiarles.  Están los que han usado lentes de sol –pero todo el mundo se les ríe- Están los que se vestían como los de Matrix (con enormes abrigos oscuros) y a esos les fue peor.
Hay chicas que pertenecen a una fraternidad reducida.  He visto pocos ejemplares de esta especie, pero las he visto.  Son las que solían usar un sombrero de cowboy en los boliches.  He visto dos o tres de estas hembras en mi vida.  El sombrero también les dio réditos.  Todo el mundo hablaba de ellas y por el mero hecho de usar sombrero, se convertían en la presa predilecta de la noche.  Pero bueno, volvamos a los de la gorra blanca.
Mi espíritu de investigador inquieto intentó seguirles el rastro.  Noté que muchos de ellos conducían motos, aunque otros se retiraban en auto.
Algunas veces he seguido a uno de estos ejemplares de la gorra blanca hasta la salida, en donde se desvanecían entre la multitud.  Tal vez un grupo de mujeres que intentaban tirárseles encima bloqueaban mi vista, pero yo prefiero pensar que la gorra les da el poder de teletransportarse. 
Siempre entran con muchas chicas al boliche y siempre se retiran con al menos una –una distinta a las del grupo primigenio-
                                                                                           
Un día, cansado de perderles el rastro (y cansado de no ganar nunca en los boliches) me compré una gorra blanca en una de esas casas que venden artículos para skaters o algo así.  Mi gorra blanca tenía dos grandes defectos.  El primero de ellos es que no era blanca (lisa) sino que tenía un enorme logo de Rip Curl en la parte de adelante.  Su otro defecto era que tenía que usarla nada más y nada menos, que yo.
Sin prácticamente ningún entrenamiento previo y sin conocimiento de la causa, me puse la gorra día y noche hasta que se me hiciera costumbre usarla.  Fue un completo desastre.  Me picaban los cabellos, me transpiraba la frente, etc.
Finalmente comencé a quererla.   Me ahorraba tiempo para peinarme.  Sí noté –con algo de espanto- que se me caía mucho el pelo.  No importaba, yo quería hacer la prueba igual.
Fui una vez a un boliche, vistiendo esa gorra… creo que ni hace falta decir que igual no se me acercó nadie.
Fui solo, sin amigos, no bebo… no sé qué cuernos estaba esperando que pasara.  Pero de pronto lo vi.  El espécimen de la gorra blanca al otro lado del salón.  Como siempre, apoyando su espalda contra una pared, rodeado por cuatro o cinco mujeres hermosas.  Él no les prestaba demasiada atención, pero nadie puede culparlo.  Todas ellas le deben haber estado hablando al mismo tiempo.  Obviamente la distancia y la música alta no me dejan dar cierto testimonio acerca de ese último comentario, pero yo veía que todas movían los labios a la vez.  Supongo, intuyo, imagino que deben haber estado gritando “¡¡¡a mí, a mí, a mí, elegime a mí!!!”
El de la gorra blanca me vio de lejos y puso cara de que no le gustaba mi presencia.  Me fui acercando de a poco y él comenzó a entrecerrar los ojos como chino con sospechas.  Me miraba raro, como diciendo “¿quién carajo sos?”. 
Yo lo intenté todo, pararme contra una pared, hacerme el banana… pero nada.  Ni una mirada, ni una mueca, nada.
Recordé que mi gorra tenía el logo de Rip Curl y pensé que sería buena idea intentar descoserlo, pero me fue imposible.  La marca se adhería a la tela como si luchase por su vida.
Volví a colocarme la gorra y el otro gorrero siguió mirándome fijo un rato, pero luego perdió interés en mí.
Al retirarse con una chica, pasó a mi lado y me volvió a mirar a los ojos.  Luego miró mi gorra, luego a mis ojos otra vez.  Luego desapareció en la noche, hacia lo que yo imagino fue una espléndida noche de sexo y concupiscencia. 
Tenía miedo de que este muchacho hubiese dado aviso al resto de su clan, que había alguien queriéndose infiltrar.  Imaginé que al intentar salir del boliche, estarían todos los gorreros afuera esperándome para darme mi merecido.  Por querer infiltrarme, por querer camuflarme sin derecho…
Volví a mi casa solo, derrotado, humillado y un tanto envidioso de que el gorrero se hubiese llevado a una de las chicas más lindas del boliche mientras a mí me tocaba ponerme a ver un capítulo de FRIENDS, hartas veces repetido.
Lo que yo no sabía en ese momento, era que volvería a toparme con uno de ellos (yo esta vez sin gorra, pero con algo más de experiencia en el campo).  Para mi próxima historia, les contaré cómo batallé con un “gorrero” por una chica.  Los que me conocen, ya se deben estar imaginando cómo terminó la cosa ;)

Luego de esa vez –la vez que todavía me resta contar- jamás volví a ver a un gorrero.  Deben haber pasado un informe acerca de que los han descubierto.  Ahora deben usar otro distintivo.  O tal vez se mudaron a otra región.  Tal vez ya tuvieron sexo con todas las chicas de Córdoba y ahora están probando nuevos territorios, pero yo prefiero fantasear con que habiendo “luchado” contra uno de ellos, ahora saben que hay una nueva especie de hombre que si bien no representa peligro, sí tiene muchas, muchas ganas de competir.
El “nerdus-absolutus”.  Porque como dicen en The Big Bang Theory, “smart is the new sexy”.
Como sea, yo sigo pasando mis noches jugando a los video-juegos.  Si los de gorra blanca todavía existen, de seguro pasan las suyas entre las sábanas con una rubia mortal.

No hay comentarios: