jueves, 14 de julio de 2011

EL BUENO, EL MALO Y EL FEO

El gordito de la fotocopiadora no es un mal tipo.  Es simplemente un tipo más.  A diferencia de lo que yo pensaba, no está alzado, ni es un pajero ni nada por el estilo.  Es nada más ni nada menos que un tipo más.  Uno como cualquiera.  Uno como yo, incluso.
Supe odiarlo en su momento, debido a que siempre atendía a las chicas bonitas, antes que al resto de los clientes.  Así el resto hubiese estado esperando desde antes.  Así la linda hubiese sido la última en llegar.  El gordito tenía preferencia por las bonitas.  Las atendía con una sonrisa, les hacía chistes, les dedicaba algún piropo infantil, etc.  A mí me atendía con cierta parquedad.  Al resto, no sé.  Nunca me fijé.
Hoy realmente me pregunto si yo odiaba al gordito o si envidiaba a las lindas.  No por su cualidad de mujeres ni por recibir trato diferencial, sino porque provocaban efectos –no sólo en el gordito- que yo no genero en nadie.  Me pregunto qué se siente.  Cómo se sentirá controlar las mentes de aquellos menos agraciados que uno.

El influjo hipnótico que resulta de percibir la belleza ajena, es una cuestión difícil de combatir.
Los sobornos, los regalos y las coimas pueden ser rechazados con cierta facilidad.  Ante la violencia y las amenazas, la afrenta –incluso- nos reconforta el alma.
Pero ante la belleza no hay nada que hacer.  Es el arma última.  La más perfecta de las herramientas de coacción.  Nos somete con consentimiento.  Y hasta de buena gana accedemos a los caprichos de una mujer hermosa.
Desconozco si las mujeres obran de igual modo ante la presencia de un hombre físicamente atractivo.  Para equilibrar la balanza, prefiero pensar que sí, aunque la evidencia indica lo contrario.

Dios sabe que le he dedicado algún tiempo a cultivar el intelecto y sin embargo, ante la sola presencia de una mujer atractiva, se me dificulta pensar con claridad.  No razono lógicamente y hasta me cuesta encontrar una recta ilación de pensamientos.  Por fortuna, no soy el único que padece de esta disfunción atencional.  Muchos congéneres me acompañan en el sentimiento.
Lo he intentado todo.  Desde imaginar que la mujer en cuestión es –de hecho- fea, hasta intentar cerrar los ojos cuando me toca discutir con una fémina de dicho calibre.  Pero todo intento por borrar los efectos de la hermosura, resultan fútiles a la hora de los bifes.
La imagen real se impone ante la fantasía, haciendo triunfar la lindura por sobre la fealdad imaginada.  Cerrar los ojos tampoco sirve, porque desde el cuore del alma surge el impulso autodestructivo de querer contemplar una vez más, la belleza del otro.  Necesidad injusta si las hay…

Con el advenimiento de las redes sociales, la capacidad de transformarse –aunque sólo fuese virtualmente- se volvió posible.
De entre mis muchos “experimentos” fallidos, el más llamativo de todos, consistió en intentar poseer un perfil falso en facebook para monitorear quién sabe qué cosa.  Fue un completo desastre.  Intentar agregar gente desconocida resultó un movimiento infructuoso.  A tal punto, que llegué incluso a recibir una notificación de Don Facebook, avisándome que estaba bajo sospecha de ser un perfil falso.
Llegué a concebir la idea de que si mi perfil de facebook fuese en realidad el de una joven hermosa, no tendría problemas para agregar a medio mundo.  Los hombres del ciberespacio estarían más que dispuestos a tenerme entre sus filas de contactos.  Pero Don Facebook no me autorizó el cambio de género.
Fue entonces que me topé –por accidente- con una solución inesperada.  Cambié la foto de perfil por la de un muchacho agradable a la vista (por no decir que era una tormenta de facha).
Es difícil describir la reacción de las personas.  Debo haber recibido cerca de 15 solicitudes de amistad por día.  Pero había de todo (mujeres, varones, jóvenes, ancianos, lind@s, fe@s, etc.).  Sin embargo, eso no es nada.

Con mi perfil falso de facebook, comencé a intentar darme algunos lujos que no puedo hacer con mi rostro –virtualmente- verdadero.
Digo cosas hirientes, promulgo banalidades, comento guarangadas y el resultado es siempre positivo.
Comparando un poco los hechos, me doy cuenta de que cuando yo –Agustín Gras- posteo algo totalmente válido para mí, a veces más, a veces menos, se genera controversia.  Siempre hay alguien que me discute y siempre hay alguien que intenta “ponerme en mi lugar”.  Ahora… cuando con mi perfil falso (perfil cuasi-griego, diría –por el rostro que lo adorna-) comento idioteces, nadie duda en clickear “me gusta”.
Uno pensaría que son sólo los homosexuales los que intentan ganarse mis favores (los favores de mi personalidad falsa), pero no.  Las mujeres también lo intentan y no sólo las feas.  Las hermosas también.

Cada tanto entro en mi perfil falso a poner alguna frase hueca.  Casi instantáneamente proliferan los “me gusta” y hasta incluso recibo algunos comentarios de aliento y felicitaciones.
Como “Agustín Gras” no puedo hacer tal cosa.  Debo esperar a que los amigos se quieran tomar el tiempo a leer lo que sea que quise publicar.  Si no les gusta, a veces me lo dicen, otras veces ni siquiera se molestan.  Los que me clickean “me gusta” son siempre los mismos 6.

Como fuere, creo haber descubierto la cura contra la belleza de una mujer preciosa: Ser un hombre hermoso.
He notado que cuando me disfrazo de “hombre hermoso” (cosa sólo posible en facebook) puedo decir y hacer lo que quiera y nadie se me opone.  Los dictadores del mañana saldrán de alguna agencia de modelos.
No concibo la posibilidad de que de hecho la gente sea estúpida y sólo clickee “me gusta” ante las “huecadas” que digo siendo otro de mis tantos “yo”.
Prefiero pensar que la belleza obnubila, atonta –y atenta contra- el buen criterio.  Prefiero pensar eso a creer que mis palabras no son las palabras para sus oídos.  Prefiero creer en la magia de la hermosura antes que en el hechizo de la estupidez masificada.

Lamento comunicar, estimado lector, que si así está la cosa, lo único que queda por hacer es rogar por que la tecnología avance lo suficientemente rápido como para que mudar de piel sea tan fácil como cambiar la foto del perfil.  De otra forma, los feos serán los esclavos del mañana y los lindos jamás notarán la diferencia.

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