domingo, 13 de noviembre de 2011

A TRAVÉS DEL CRISTAL

Su belleza era tanta, que no me entraba en los ojos. Ese excedente de hermosura que no podía ser captado por mis sentidos, producía la embriaguez que yo denominaba enamoramiento. Al preguntarme qué me atraía de ella, yo sólo podía responder que no sabía. Pues ¿cómo catalogar aquello que no se percibe?
"Es linda, sí" -decía yo- "...pero tiene algo más". 
Cuánto error, cuánta confusión. Ese "algo más" no era algo distinto, sino más de lo mismo. Más lindura. Sólo que era una lindura que rebalsaba por los costados.
Pero luego me puse lentes y me aburrí de ella...


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